Hayley Stone

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Observo aquellos ojos intensos de color marrón claro que tiene aquella hermosa mujer llenando mi pecho de una inmensa felicidad por encontrarla en el gimnasio donde trabajo

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Observo aquellos ojos intensos de color marrón claro que tiene aquella hermosa mujer llenando mi pecho de una inmensa felicidad por encontrarla en el gimnasio donde trabajo. Hayley emboza una sonrisa alegremente dejándome aprecios sus dientes alineados y totalmente blancos mientras el recepcionista me explicaba que ella está interesada en dar un recorrido por el espacio para decidir si es un buen lugar.

—Vaya, esto no me lo esperaba. Es una verdadera sorpresa verte por aquí—digo caminando hacia donde ella—Entonces ¿estás pensando venir aquí? —pregunto alegremente y con grandes esperanzas de volverla a ver. Ella acaricia un mechón de su frente y lo pasa por detrás de su oreja mientras me mira más interesada que antes.

—Si, así es... ¿trabajas aquí? —pregunta asombrada.

—Así es, soy el entrenador principal. Trabajo aquí tan pronto salgo de la escuela. Mi amigo es dueño del gimnasio y según él se siente más seguro si estoy aquí. Hay más entrenadores, por lo que puedes llenar una plantilla en nuestra página web para elegir a quien desees—digo dándole información sobre la página web del gimnasio.

Le di el recorrido del lugar, donde ella mostro más interés en el espacio de sauna que ofrecía el gimnasio, de hecho, es el área más favorita de los clientes por su amplio espacio y comodidad. Ella se inscribió de inmediato llenando la planilla manual y eligiéndome a mí como su entrenador. Se despidió con una amplia sonrisa mientras dejaba el gimnasio, algo me decía que ser su entrenador me iba a causar una enorme felicidad.

Entré cansado hacia mi apartamento, coloqué mi mochila en la encimera de la cocina. Mi apartamento no era grande, la sala de estar compartía la cocina, dos baños y dos habitaciones donde en una de ellas vive mi mejor amigo. Me dirijo hacia la cocina y abro el refrigerador para ver que podía cenar, opte por un batido de piña con un sándwich. Veo a Liam, mi mejor amigo entrar al apartamento llevando una cara cansada.

—¿Mal día? —pregunto mientras preparaba mi sándwich.

—Oh, no sabes cuándo. Mi primo es un completo idiota, ha desaparecido dejando a su novia plantada—dice acostándose en el sofá—Cuando lo vea le romperé la cara.

—¿Qué les pasan a los hombres hoy en día? —pregunto mirándolo—Yo no sería capaz de hacerle daño a una mujer? —vuelvo a concentra mi mirada hacia mi sándwich —¿Quieres?

—Si, por favor. Ella debe de haber quedado destrozada. Llevan años de relación, no sé por qué ese cambio tan repentino—dice pasando sus manos en su rostro—Me muero de vergüenza con su familia.

Termino de preparar los sándwiches, sirvo el batido de piña en dos vasos, los coloco en la mesita de sala, luego coloco los sándwiches en sus respectivos platos y los llevo conmigo, le paso un plato a Liam y me siento a su lado. Tomo el control remoto, enciendo la televisión y pongo un partido de balón cesto.

—¿Y no sabes dónde está? —pregunto dándole un mordisco a mi creación.

—No. Debería ver cómo está, no puedo dejar de pensar en lo lastimada que puede encontrarse—dice mirando el partido.

De repente llegaste a mí © EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now