2. Repercussions.

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Entre la bruma de la inconsciencia Peter pudo percibir el sonido de las manecillas del reloj de la habitación. Sus ojos se abrieron como dos alas de mariposa aleteando suavemente, el chocolate oculto tardó un poco en disipar el sueño que cargaban los párpados y las pupilas se comprimieron ante los rayos de luz que se colaban por la cristalera.

Los recuerdos del día anterior danzaron bruscos para su conciencia, la picazón en su piel le supo lejana e indiferente, no sentía nada en su pecho. No había tristeza, decepción, abandono ni ira. El estado mental en el que se encontraba era anestésico. Tan blanco y ligero que temió a la sensación. ¿Al fin había traspasado sus límites de cordura?

De pronto un aroma inconfundible se adentró por sus fosas nasales y se posó lleno de gracia en sus pulmones. Casi pudo repararlo incrustado sobre su piel, corriendo en las aristas y marcado profundamente bajo su corteza piriforme. 

Entonces, con la cabeza más despierta, pudo notar un fantasmal toque recorriendo cada una de sus vértebras y el frío que emitía la delicada caricia. Todos sus poros se mostraron recelosos, casi tanto como lo hacen debido a una ducha helada. 

—Estaré fuera el resto de la semana. —su masculina voz sonó entre campanas para Peter. Incluso creyó que seguía preso en uno de sus sueños necesitados de cariño.

Quiso reír por la irrealidad de la situación, ahora que mató su amor este le acariciaba con delicadeza. Iba a correrse lejos pero aquellos firmes dedos no pararon de rozar el largo de su espalda, eran como una cuerda alaba su cuerpo al contacto y él sólo poseía la fuerza de un muñeco de trapo.

—Es muy posible que mi agenda quede sin espacios libres hasta mediados de Agosto.

—Entiendo. —respondió con temple. No podía seguir soportando la estridencia en su cabeza, cada palabra salida de Sebastian lograba martillar el balance de su inestabilidad. Diablos, que él quería terminar con ello enseguida.

—No iba a llegar.

Casi pudo ver venir una disculpa. Sonrió cuando nunca llegó. Él siempre era tan predecible.

—¿Volverás a Francia en lo que termino con los negocios de las empresas internacionales?

—Es posible que me vuelva en unas semanas. —sintió la caricia abandonarlo. No le importó, hacía meses que había perdido el anhelo por tenerlo.

—. Por cierto, Sebastian, ya que tenemos un momento para conversar tranquilamente es necesario que sepas de unos asuntos que manejaré dentro de poco.

La cama se hundió y regresó a su estado normal tras de su cuerpo, por lo que Peter decidió que debía voltear para hablar cara a cara.

Lo primero que notó fue la imagen casi perfecta del hombre de ensueño. Sebastian Delacour yacía de pie al costado de la cama, vestía un costoso traje azul con una camisa a juego y la corbata permanecía sobre sus hombros. El dorado de los cabellos resplandecía por los rayos de sol y sus ojos azules parecían aguas cristalinas bajo el medio día. Hacía años tal espectáculo lo hubiese hecho caer bajo un hechizo sobrenatural y se pondría de rodillas, a mereced del rubio y sentiría anhelo de él. Hoy simplemente tiene unas intensas ganas de repelerlo tal como un virus indeseable.

Peter entendió de inmediato lo que la corbata significaba, así que sin prisas y moviéndose con la sensual elegancia nata en su existencia, salió de entre las sábanas y se acercó al hombre que le miraba expectante. Se bebió todos y cada uno de sus pasos. Mientras la colocaba, los océanos observaban cada movimiento sobre sí, tan fijo de los roces de tela y en espera a sus próximas palabras.

—¿Qué asuntos tienes próximos?—creyó escuchar cierta incredulidad y exigencia envuelta en su ronca voz.

—Unos proyectos que empecé hace tiempo en Francia y que decidí expandir a este país. La mayoría requieren de mi estricta supervisión a tiempo completo. Después de todo, soy el único científico al mando.

Starring Role |Starker|Where stories live. Discover now