7. You Made a Really Deep Cut.

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VII. Look What You Made Me Do

Conseguirle un avión privado para abordar un día después de la fiesta de Gast no fue difícil para su mercenario y hombre de contactos secretos. Tampoco hubo dificultades técnicas en cuanto a la salida del país ni al aterrizar en tierras francesas de incognito, Peter tuvo un acceso eficaz a la visita exprés que tendría con cierta persona de ojos cafés.

Sus indicaciones fueron claras a sus hombres de seguridad; Nadie nunca tiene que saber de aquella visita.

Y ellos cumplieron. Wilson lo sacó de América rápido y silencioso, Pierre lo introdujo de forma invisible y repeló a los informantes secretos que Sebastian tenía para controlar a su esposo. Así que para el mundo entero (incluso para su propio equipo aliado) él estaba en su departamento neoyorquino con una resaca de campeonato y sin ganas de ver a nadie.

No es que él no confiara en sus fieles, lo hacía. Pero aquel asuntó Peter lo quería mantener para sí mismo. Era algo personal, su orgullo no le permitía compartir el monstruo que ronroneaba en su interior.

Fue sacado de sus cavilaciones gracias a su guardián, quien abrió la puerta trasera del Volvo en el que ellos se deslizaban por la ciudad más romántica de Europa. Pierre le sonrió confianzudamente y haló de su mano como si fuesen una pareja normal en sus mejores años de relación, él tuvo que reír felizmente antes de ocultar su rostro en el hueco del cuello ajeno. Como al castaño gustaba de actuar y juguetear, una maliciosa tortura comenzó sobre la sensible piel del francés, Benjamin dejaba cálidos soplidos en el perímetro blanco que su estatura le permitía abarcar. Y Pierre, tenso como un arco devolvía unas inocentes caricias sobre la pequeña cintura a la vez que cubría con su cuerpo la figura del joven genio.

A la distancia aparecía una camioneta Ranger Rover digna de algún pretensioso rico. Para el condado en cual estaban no resultaba extraña la presencia de este tipo de autos, sin embargo, había algo en aquél que lo hacía especial. Peter lo reconocería entre decenas. Podía notar detrás de sus gafas oscuras el imperceptible falso eléctrico en el farol derecho y al suntuoso escudo familiar de los Delacour en el cofre blanco del vehículo.

A tu jefe le gusta el trabajo extra, ¿eh? —se burló ácidamente el castaño.

No pasó mucho para verlo detenerse frente al lujoso edificio, tras varios segundos las luces de los faroles se apagaron y la puerta del conductor se abrió, de allí salió un apuesto rubio con el rostro de Narciso caminando de una forma en la que cualquier hombre de la industria de modelaje envidiaría, se abrió paso hacia la entrada y sin dar algún vistazo a los alrededores entró. Como si hubiese recorrido ese pasillo demasiadas veces.

Nadie dijo nada por varios minutos. El toque de Pierre se volvió un tanto consolador, se movía en suaves círculos y le sostenía con firmeza. Pero a Peter no le importaba en lo absoluto un poco de compasión, él sólo quería entrar a ese maldito departamento y lanzar algunas cartas, así que apartó del atrayente calor masculino y volvió al interior del coche con toda su dignidad intacta.

Pudo haber pasado más media hora, no lo sabía con certeza, cuando dos personas de excelsa belleza salieron de la edificación compartiendo sonrisas fantasmales y secretos mutuos. La mujer era alta y delgada, con unas piernas largas maravillosamente torneadas, sus ojos eran marrones y el cabello oscuro le caía en cascada. Sin embargo era el precioso color oscuro en su piel el cual le daba un aspecto sobrenatural, ella era como una criatura seductora nocturna, y él era un idiota más gravitando alrededor de sus curvas.

Ambos abordaron la camioneta blanca y se perdieron lentamente entre la oscuridad de la noche.

— Sigue a ese par de mierdecillas y conecta a mi chica en esa asquerosa Ranger. —ordenó Benjamin antes de abandonar el Volvo. Pierre asintió al mandato fielmente pisando fuerte el acelerador.

Starring Role |Starker|Where stories live. Discover now