9. What you need.

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IX. What you need.

Había pasado más de una semana. Los días se fueron más rápidos que Rogers se fue de su lado al enterarse que su novio de la adolescencia y el amor de su vida, palabras del rubio, había sobrevivido a la misión militar en la que se le creyó muerto.

Pero, a diferencia de aquella vez, Tony no se sentía perdido, desolado y traicionado.

Por primera vez en mucho tiempo volvía a sentirse parte de algo, y no, no es que él se sintiera como un inadaptado, sin embargo el vivir entre lujos desde que nació le ha dejado un hueco insaciable de llenar. Había una distancia invisible entre el mundo real y él, que no lo dejaba sentir la crudeza de la vida, no podía hacerse de un odio verdadero porque la mayoría de quienes decían odiarlo no sentían ese sentimiento negativo por él, sino por su apellido, su dinero, su fama y por lo que era frente a las cámaras.

Por otra parte, estaban los que predicaban que lo amaban. Decían tanto de Tony STARK que ni el mismo sabía. Le creaban tantas virtudes, pulían demasiado sus logros y explotaban sus encantos natos como si de alguna clase de religión se tratase. Pero igual que con los otros, no era a Edward a quien veían. Siempre era a Anthony, al Stark en específico. Si bien, él era esa persona y le encantaba serlo la mayoría del tiempo, existían ocasiones en las que no se sentía como Tony Stark las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

El hijo de Howard era más que eso; era Edward en las madrugadas, Anthony al medio día, Tony el tiempo que quedaba, y Stark cuando había medios a la vista (o cuando su ego presionaba fuerte contra sus entrañas).

La verdad sea dicha, incluso su futura esposa estaba prendida de lo que ella creía amar de él. Pepper Potts ha sido desde el inicio de su asenso su soporte principal, la vértebra que carga todo lo que el castaño no ha podido ni querido sostener. Ella estaba tan dentro de la vida de Tony que diría sin dudar que ella fuera su columna, siempre manteniéndolo en alto, unido y en simetría. A lo largo del tiempo que han compartido juntos, el hijo de Howard aprendió más de lo que hubiese podido estando sin la rubia fresa, y porque no, incluso llegó a amarla de verdad.

Tony amaba a Pepper, esa también era una verdad incuestionable.

Y es que, la neoyorquina era una belleza; así, simple y objetivo. Una mujer de atrayente físico, y de un carácter perfecto para el filántropo. Tan tenaz, determinada, inquebrantable, peligrosa y delicada al mismo tiempo. Como las ninfas del bosque, inteligentes y seres a tomar con cuidado.

Pero, a pesar de todos los años que llevaban de congeniar el uno con el otro, Pepper también solía perderse en lo mucho que hablaban de Tony Stark. Lo dijera o no, él lo sabía, podía verlo en sus azules zafiros cada que hacía algo que no cuadraba con la imagen idónea que tenía sobre su persona. Aunque, al final del día ella terminaba abriendo sus brazos sólo para Tony. No sexualmente, sino íntimamente, como una consejera y amiga.

Potts era la única que no se rendía ante sus desplantes, a veces se cansaba, y aun así seguía intentando entender a la nebulosa impredecible que era Anthony Edward Stark.

Entonces, no supo realmente qué le motivó a hacerlo. Fue tan espontánea e inconsciente la forma en que un domingo en la madrugada, tras haber encontrado a la criatura de ojos cafés más sublime en la galaxia, despertó abrazando a su compañera íntima y la directora ejecutiva de su empresa, y le preguntó, con la mente tan blanca que creyó por un momento si estaba muerto, si quería casarse con él.

—"¿Estás seguro?" —había preguntado la pelirroja con duda. Sus ojos azules brillaban como el océano de las Bahamas en el que Tony amaba nadar por horas. —"Sí, Pepper... ¿Quieres casarte conmigo?" Su respuesta fue un "Sí" tembloroso. Muy emocionado, casi asustado.

Starring Role |Starker|Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ