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La fría ventisca no era tan mala de vuelta a casa, los pasos que Mark daba dejaban huellas que se iban borrando con la nieve que caía nuevamente sobre los huecos hundidos que dejaba mientras caminaba. El bosque nevado era espeso y largo de recorrer, Mark tardó aproximadamente una hora en volver al pueblo de forma disimulada, pasó por una pequeña tienda dentro del mismo y compró un pan dulce recién hecho, el vapor aún salía del mismo mientras lo llevaba a su boca dando pequeños mordiscos llenándose los labios de migajas de pan y azúcar mientras caminaba hacia su hogar sin pensamiento alguno en su mente, sólo la tranquilidad que había dejado Jackson anteriormente, siempre lograba tranquilizarse con el mayor cerca. Llegó a la calle donde podía ver a unas cuantas casas la suya, ultimamente salía sin necesidad de saltar por la ventana hacia el árbol frente a esta, usando la puerta de entrada para salir como hacia su padre normalmente. Llegó frente a su casa y terminó de comer, limpiándose la cara con la muñeca del suéter, parado frente a la puerta rectangular de madera con leves texturas dibujadas y pulidas, y un hueco con una vitrina de cristal que daba vista hacia adentro. Antes de entrar por la puerta pasó una mano por su cara limpiando cualquier rastro de comida que pudiera haber quedado en sus labios, abrió lentamente, encontrando directamente a su madre del otro lado con una expresión de seriedad.

- ¿Se puede saber dónde estabas jovencito? ¿Cómo se te ocurre volver a estas horas? - cuestionó la mujer con las manos en la cintura y los codos hacia afuera, mirando fijamente al menor, era evidente que estaba molesta con él. La mujer mantuvo su mirada en Mar de forma inquisitiva hasta fijarse en el peculiar detalle que lo hacía resaltar dentro de la casa. - ¿Y de dónde has sacado eso? - apuntó al largo trozo de tela, suave y colorido con franjas de color rojo oscuro y negro intercaladas entre ellas que estaba enrollado alrededor del cuello de Mark manteniéndolo tibio con las dos tiras de los extremos colgando por su pecho.

- Oh ¿ésto? - tomó la parte de la bufanda que colgaba por su pecho y se la llevó a la cara olfateando el aroma a café impregnado en esta.

Los ojos del peliblanco se abrieron lentamente mientras el mayor seguía acariciando su cabello platinado y sedoso entre la oscuridad que comenzaba a hacerse presente en el cielo.

- Mark.

- ¿Si? - se levantó del regazo del castaño tallando sus ojos somnoliento mientras bostezaba.

- Eres una ternura. - el mayor sonrió.

- ¿A qué viene eso? - Mark frunció el ceño sonrojado.

- Sólo lo eres. - Jackson se levantó y le extendió una mano para ayudarle a levantarse, el peliblanco la tomó y de un jalón se puso de pie rápidamente, sacudió su ropa llena de tierra y hojas secas.

- ¿Cuánto tiempo me dormí?

- Cerca de una hora. - Jackson se hincó de hombros y se acercó sacudiendo la espalda de Mark devolviéndole su color blanco a las prendas de ropa al quitar la tierra que se había quedado pegada en esta.

- Ah. - se sonrojó. - No es mi culpa, tu aroma me tranquiliza demaciado y yo...ah.... ¡Achu! - estornudó comenzado a sentir el viento fresco y frunció la nariz.

- Mark.

- ¿Si?

- ¿Tienes frío?

- No, veras, es que yo estornudo cuando tengo calor ¿No es gracioso? - volvió a responder de forma sarcástica.

- Ya, claro. - Jackson rió levemente.

- ¿Qué es tan gracioso?

- ¿Tu quieres ser mi Omega, Markitos? - Mark abrió los ojos sorprendido, ruborizado hasta la cabeza con cada fibra de su cuerpo tensandose de pronto. "¿No fue un sueño? ¡Lo dije de verdad!" Pensó mirando al mayor en silencio completamente sumido en un shock. - Si pudieras ver tu expresión ahora Jajaja, vale oro.

Piece Of Me - MarkSonWhere stories live. Discover now