Horizonte

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Horizonte

Junto con las niñas, Mara fue a la celda donde se alojarían en adelante y encontraron que Olga todavía dormía, pero las niñas la despertaron. La mujer tardó en darse cuenta de donde estaba, y en un primer momento se sobresaltó al ver la celda y los barrotes, pero en unos segundos recordó que había pasado el día anterior y se tranquilizó.

—Oye, voy a ir a hablar con Rick, es el líder de esta comunidad —informó desde la puerta—. No creo que tarde, pero podéis integraros, no me esperéis —sin esperar a que Olga contestara, se marchó.

.

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Michonne se acercó hasta donde estaba Carl y se sentó en los escalones junto a él, con los brazos apoyados en las piernas le miró directamente buscando su mirada.

—Siento haberte contestado ayer de esa manera, sé que tú ya no eres un niño —comenzó.

—Da igual, todos me tratan como si lo fuera, como si yo fuera como Luke o los demás —dijo, refiriéndose a los niños que habían llegado de Woodbury.

—Ellos también han perdido a sus padres y familia, como tú —le dijo Michonne.

—No, no como yo —comentó el pequeño, mirándola directamente a los ojos.

—Yo he estado sola, durante mucho tiempo, hasta que encontré a Andrea —cambió de tema, había oído las circunstancias de la muerte de Lori, y no quería ir por ahí—. Podría haberla dejado morir, ¿sabes? Creí que no la necesitaba, pero en el fondo sí que lo hacía, aunque me di cuenta demasiado tarde —afirmó girando un poco la cabeza—. No apartes a la gente de ti, nadie puede sobrevivir solo.

Mara apareció por detrás de ellos un tanto perdida, no entendía cómo la gente podía intentar escapar de una cárcel, a ella la parecía todo un esfuerzo simplemente ubicarse en ella.

—Perdonar, ¿sabéis dónde está Rick? —preguntó sin acercarse hasta ellos.

—Mi padre está fuera —dijo Carl girándose a contestarla—, en el patio interior.

—Gracias, pero llevo diez minutos buscándole por todo el edificio y ahora, ya no sé ni por dónde se sale de aquí.

—Yo te acompañaré —se ofreció Michonne con gesto serio.

Dejaron al chico solo, y ambas se marcharon por los pasillos de la prisión.

—¿Así qué cuidaste de todas ellas? —preguntó de pronto la mujer de rastas.

—Sí, eso parece...

—No tienes pinta de heroína, la verdad.

—No lo pretendo, sólo me deje llevar y procuré no ponerlas en peligro para no tener que serlo —dijo con voz cansada, no le gustaban los halagos, la ponían nerviosa, cuando Olga le decía que estaban vivas por ella sentía ansiedad, pero la mujer sólo la miró y apretó los labios asintiendo.

—Rick esta ahí —dijo, señalando con el dedo en su dirección.

—Gracias.

Mara se acercó con paso tranquilo hasta su dirección, el hombre estaba con Tyreese, inspeccionando las vallas, y comprobando su aguante y anclaje.

—Si despejamos todo esto, los niños podrán estar aquí más seguros —dijo el hombre de color.

—Sí, tienes razón —contestó moviendo con fuerza una de las vallas —es una gran idea.

—Así no tendrían que estar viendo las armas todo el rato.

—Buenos días —saludó Mara—. Comenzáis temprano a trabajar, ¿eh? Si hay algo en lo que pueda ser de ayuda... —se ofreció.

Flor Eterna © (The walking dead 3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora