Flor Eterna © (The walking dead 3.5)

Tuya

Tuya

Todos salieron de sus celdas, tan alarmados como confusos, sin saber que sucedía ni que debían hacer. A los gritos del principio se sumaron los lloros de Judith en la celda de Rick, pero antes de que este decidiera si debía regresar y comprobar el estado de su hija, o subir y supervisar el piso superior, Beth salió de su celda para ir con el bebé. Rick rápidamente ordenó que todos entraran de nuevo en sus celdas mientras subía las escaleras y se colocaba junto a Daryl, el cual no dejaba de encañonar en dirección a la celda con su arma.

Siguiendo sus órdenes Mara entró rápidamente con Shelly en brazos hasta el interior de su celda, e intentó tranquilizar a las niñas. No habían pasado ni dos segundos cuando escuchó la voz de Daryl desde el piso superior.

—¡Chip, sube cagando leches! —gritó, desde el piso superior.

Sin pensarlo siquiera Mara se dirigió fuera, sólo haciendo un gesto con la mano para que nadie saliera de su celda esta vez. Se encaminó al piso superior subiendo las escaleras de dos en dos y se dirigió a la celda donde estaba Daryl esperando.

—Parece un ataque o una pesadilla... pero... —decía una voz desde el interior.

Mara se asomó por la puerta, viendo a la pequeña niña convulsionando y gritando como si estuviera luchando con algo, enseguida comprendió que le estaba sucediendo.

—Son terrores nocturnos* —apuntó arrodillándose junto a la niña—. Debemos evitar que se haga daño, no es conveniente que despierte —informó rápidamente, mientras intentaba controlar los brazos de la pequeña para que no se hiciera daño—. ¡Ayúdame! —pidió a la joven de su izquierda, mientras comprobaba que, como suponía, la niña se había hecho pis del miedo durante el sueño —¿Tenéis más ropa? —la joven negó con la cabeza —Perfecto... —se lamentó —, iré abajo a coger algo de las niñas, sigue controlando que no se haga daño, así... —dijo incorporándose y saliendo de la celda.

—¿Qué le pasa? —preguntó Rick.

—Qué esta traumatizada hasta el subconsciente —le dijo con la mayor brevedad que pudo.

—¿Dónde vas? —preguntó Daryl, siguiendo a Mara por las escaleras.

—A por una muda para la niña —contestó.

—Pues vístete tú también —le pidió desde el último escalón.

Antes de entrar en la celda, ante el comentario de Daryl, se miró a sí misma, había salido saltando de la cama y sólo llevaba la ropa interior y una camiseta de invierno que era de su hermano, qué aunque grande y ancha, tan sólo le cubría por debajo del trasero. Unos comentarios llegaron desde el pasillo superior, Daryl enfocó en esa dirección, con su linterna de mano, a tres chicos jóvenes que miraban a Mara.

—¿Qué coño estáis mirando? —preguntó con tono agresivo —A vuestras putas celdas ya, ¿no habéis oído?

Negando con la cabeza la joven entró en su celda, en busca de ropa que pudiera servir a la niña.

—Es sólo una pesadilla de la niña nueva —tranquilizó a Olga y a las niñas—. Necesito ropa limpia para ella, cómoda.

—En la bolsa roja —contestó Olga, sin dejar de abrazar a sus hijas que seguían con miedo.

Cogiendo las prendas que necesitaba y tras ponerse unos pantalones de algodón, salió de nuevo tras tranquilizar a las niñas y decirles que volvieran a intentar dormir. Al salir vio a Carol, mirando desde la entrada de su celda.

—¿Me echas una mano? —le preguntó, la mujer asintió y la siguió sin preguntar ni decir nada, por las escaleras de regreso hasta donde descansaba la niña. Los gritos habían cesado, y aunque agitado el sueño de la niña se veía más relajado—. Es importante que no despierte durante una de las pesadillas, o entrará en pánico o en shock —explicó a los presentes—. Ahora debemos cambiarla de ropa para que no se enfríe.