Flor Eterna © (The walking dead 3.5)

Precipitaciones

Precipitaciones.

Llegaron hasta el patio de la prisión, donde Michonne detuvo el coche, y ambos descendieron por cada lado del vehículo. Él miró en derredor, hacia sus compañeros que estaban dispersos por grupos en el patio. Todos y cada uno de ellos le observaban fijamente, pero ninguno se acercaba hacia ellos.

Un escalofrío le recorrió la espalda, era como volver a un recuerdo espeluznante. Había vivido esa situación,no una, sino dos veces.

Algo malo había pasado.

Todos lo observaban, haciéndole sentir como cuando era un niño que seguía a un camión de bomberos.

Todos lo observaban, por que se trataba de su madre...

Todos lo observaban, provocando que regresara al comienzo del caos en el campamento de Atlanta.

Todos lo observaban, porque se trataba de su hermano...

Recorrió con la mirada cada rostro, todos con un semblante taciturno y apocado, desviaban la vista al toparse con la suya. Reconoció cada mirada, terminando por mirar al único de ellos que dio unos pasos en su dirección.

Sólo faltaba una persona, sólo había alguien ausente en aquel lugar.

Y por eso todos le miraban a él.

—Daryl... —dijo Rick al ponerse a su altura —. No es fácil decir esto, pero Mara...

—¿Ha muerto? —preguntó para ahorrarse la agónica e innecesaria condescendencia.

Despertó sobresaltado intentando ubicarse, y reconoció el interior de la ranchera tras un par de segundos. Comenzaba a amanecer, y en el exterior Michonne encendía una pequeña hoguera para calentar algo de comer.

Aquel maldito sueño le había dejado mal cuerpo, y una sensación de intranquilidad. No era una simple pesadilla, era un cúmulo de recuerdos mezclados con nuevos miedos y temores. Intentó convencerse que sólo era un sueño, y que con seguridad Mara estaría bien, como el resto de sus compañeros, era lista y sabía hasta donde llegar con sus miedos para no exponerse.

Salió del coche, desperezándose. Tal vez si comía algo se le quitaría ese vacío que sentía.

—Debemos buscar una casa —indicó Michonne mirando al cielo.

Daryl siguió su mirada hasta lo alto observando los nubarrones que se cernían sobre ellos.

—Sí, al final si que amenaza tormenta... —asintió, extrañamente se sintió algo mejor.

.

.

Desde la mañana un frente de nubes si iba aproximando desde el sur, y con toda seguridad los alcanzaría y descargaría una fuerte lluvia al caer la tarde o, como muy tarde, por la noche. Por lo que intentaban recoger todo lo que pudiera estropearse con el agua del exterior antes de que se hiciera tarde.

—Mara, voy a ir a revisar las trampas antes de la tormenta —explicó Rick acercándose a la joven —. ¿Quieres acompañarme? Me vendría bien la ballesta.

—Sí, claro —aceptó algo sorprendida —. Pero yo no soy tan buena como Daryl, ni de lejos.

—Servirás —le aseguró dándole una palmada en el hombro.

—¿Ahora? —dudó.

—Cuanto antes mejor —dijo afable.

—Claro, voy... voy a dejar esto dentro y salgo con la ballesta —comentó cargando los cojines de las sillas exteriores.