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Bakugo no podía creer que estuviera encerrado con Midoriya, otra vez. Sin embargo, al contrario de la ultima vez los roles parecían extrañamente "invertidos", en lugar de ser un escenario donde Bakugo se alejaba de la abeja reina, él era la abeja reina, y tenía que mantener a Midoriya alejado. Ambos estaban en extremos opuestos de la habitación, de pie. Bakugo se reusaba colocarse en la cama, no tras lo que ocurrió la ultima vez. Dios, odiaba tanto estar en esa posición, especialmente porque todavía no entendía las verdaderas implicaciones, lo único que entendía era que su cuerpo parecía ajeno, y parecía cambiar silenciosamente sin su permiso. Estaba caliente, de solo recordar el episodio con Todoroki en la cocina, se ponía caliente, pero tan asqueado de sí mismo que si aún seguía ahí de pie y con vida era porque consideraba el suicidio como algo "cobarde", y él no era un cobarde, afrontaría todo, lo bueno, lo malo, lo placentero y lo asqueroso.

Los ojos de Midoriya estaban concentrados en el piso, no veía mucho dado a la naturaleza oscura de la habitación. En su cabeza recitaba pasajes de libros que eran de su gusto, intentaba recordar su platillo favorito, alejar sus ideas lo más posible de lo que tenía en frente. Sus sentimientos era un caos, desde aquel día sentía que algo se había roto en su interior, algo como un seguro que le impedía cometer idioteces, que lo dejaba al margen. Ahora sentía que nada podía frenarlo, que sus deseos estaban escalando desde lo más profundo de su ser, como demonios que querían encontrar su manifestación en los actos más viles. Su deseo, ah, su maldito deseo. Pero no todo era tan fácil, la moral y el juicio peleaban sin descanso en su cabeza, sus primeros sentimientos, su cariño, su amor... esas cosas gritaban, le recordaban que si quería a alguien debía protegerlo, debía procurar su bienestar, ¿y qué bien podría hacerle a Bakugo si le hacía algo en contra de su voluntad? El contraste entre lo bueno y lo malo, entre lo que debía y quería hacer... lo estaba abrumando. "De momento, lo mejor es darle su espacio a Kacchan, esto no ha de ser fácil para él", pensó para sí. Y pues, ¿Cómo podría ser fácil para Bakugo? Lucía a punto de morir aquella vez.

—¿Kacchan? —llamó con voz suave, dudosa.

—¡¿Qué quieres?! —replicó Bakugo, de mala gana, pecándose ligeramente a la esquina de la pared.

—No es nada importante, tranquilízate —intentó conciliar Midoriya, sin levantar la mirada— sólo quería saber cómo te sientes, y si estás bien, desde aquella vez, me he sentido extraño, ¿sabes? No recuerdo lo que pasó luego ese día, como si hubiesen recortado un pedazo de mi memoria.

Midoriya había pensado en el asunto, tenía la vaga sensación de haber estado por ahí, pero eso no era satisfactorio. Leyó su diario, no había nada, y él escribía cada noche sin falta. ¿Qué lo había obligado a no escribir? ¿Se habría quedado dormido? Consideró que esa era la respuesta, pero, ¿por qué? Entre más intentaba recordar y entender más se daba cuenta de que había un hueco sin llenar, su memoria carecía de algo, de un pedazo, una pieza. No parecía la gran cosa, y aún así, ¿acaso no valía la pena prestarle un poco de atención?

—Yo tampoco recuerdo, me desmallé —tajó Bakugo, sin necesidad de explayarse en otros detalles— tuvo que ser un efecto secundario, seguro estos malditos hicieron algo para anestesiarnos.

—¿Cómo?

—No lo sé, nos trajeron aquí, nos vigilan, y lo que experimentamos las noches antes de "ese" día, es natural pensar que los malditos están jugando con nosotros a su puto antojo, de alguna forma —se cruzó de brazos, no podía negar que el "imbécil" de Midoriya en realidad era inteligente, y si había alguien con quien podría analizar y hablar de la situación sería él. Bakugo entendía que podrían ser buenos amigos, que todo sería más fácil si dejaba de odiarlo. Pero hacerlo, para él, era lo mismo que dar su brazo a torcer y perder su dignidad, como darles la razón a todos, rebajarse. Primero muerto.

Proyecto colmenaWhere stories live. Discover now