🏳️‍🌈 dos 🏳️‍🌈

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Apenas escuchó los pasos de las chicas, se escondió más en su rincón, y al oír la puerta cerrarse, esperó unos segundos para arriesgarse a salir de su escondite detrás de aquel florero que por esas casualidades de la vida estaba justamente ubicado...

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Apenas escuchó los pasos de las chicas, se escondió más en su rincón, y al oír la puerta cerrarse, esperó unos segundos para arriesgarse a salir de su escondite detrás de aquel florero que por esas casualidades de la vida estaba justamente ubicado en una oscura esquina del pasillo. Y sí, ese lugar era el escondite perfecto para él; ventajas de ser enano y que los floreros fueran innecesariamente grandes, sí.

Mineta sonrió lujuriosamente, sus ojos poniéndose algo rojos y empezando a producir cantidades innecesariamente exageradas de saliva, imaginando las situaciones que podrían estar ocurriendo dentro de esa habitación... todas pervertidas e irreales, por supuesto. O sea, ¿por qué diablos las chicas harían una pelea de almohadas en ropa interior? Qué bruto.

Se limpió la baba que se le estaba escurriendo de la comisura derecha de su labio con el dorso de su mano, soltando una risa floja y tonta mientras se acercaba a la puerta sigilosamente.

Su plan era simple y bastante estúpido en verdad. Planeaba tan solo mirar por debajo de la puerta lo que alcanzara para satisfacer sus deseos virginales. Pero antes de proceder ante tal arriesgada tarea se cercioraría que el terreno era seguro, así que pegó su oído a la puerta para confirmar que las chicas estuvieran haciendo cualquier cosa menos preocupándose de su presencia... algo que usualmente notaban a los cinco minutos. Debía empezar a desarrollar mejores técnicas de espionaje.

Aún con la sonrisa bobalicona, afinó su audición para escuchar lo que ocurría tras la puerta, esperando escuchar algo lo más sexual posible para dejar volar su imaginación.

Oye, Ashido, ¿puedo hacerte una pregunta? —escuchó la voz de la castaña, Uraraka—. Entre Kirishima y tú... ¿Qué hay?

¿Ah? ¿De qué se había perdido?

Solo somos amigos, como lo hemos sido desde el año pasado... —Uff, menos mal. Una chica menos sería un problema, no quiere novios celosos impidiéndole el trabajo... si es que a invadir la privacidad se le llamaba trabajo, claro está—. ¿A qué viene eso? No entiendo, en serio.

Ay, vamos, no te hagas —reconoció la voz de Tōru, quien soltó una pequeña risita—. Los vi entrar a tu habitación el sábado en la noche.

Mineta tapó su boca para evitar que un sonido poco decente saliera de su garganta. ¿Era en serio? ¿En serio Kirishima iba a la habitación de una chica como si nada? ¿Y por qué a él no lo dejaban? ¿Qué tenía el pelirrojo que él no tuviera?

Decencia, muchos lectores responderán. Bueno, y varias otras cosas.

Ya, ¿y? No sería la primera vez —El joven de baja estatura se atragantó al escuchar eso. ¿O sea que había dejado ir a Eijirō a su habitación no una ni dos, sino muchas más veces? ¿Acaso el pelirrojo era el caso especial, o todos los hombres podían entrar a la habitación de Ashido excepto él?—. Espera, ¿en serio estás insinuando que él y yo hicimos cosas indecentes?

¡Sí, soy gay! 🌈kiribaku/bakushimaDär berättelser lever. Upptäck nu