15. Despedida.

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En la recepción nos dieron las llaves para las habitaciones, Sam subió a la suya que estaba en la segunda planta y nosotros subimos a la octava planta, osea la última. Cuando pasamos el pasillo me dí cuenta de que solamente había una habitación en esa planta.

- Solamente hay una puerta, esa será la habitación.- dije apoyando mi cabeza en su hombro.

- Si, esa es la nuestra y es una suite.-dijo introduciendo la targeta en la ranura del pomo de la puerta.

- No tendrías que haberte molestado, yo me hubiera apañado con una habitación más normalita.

- Quería que nuestra última noche juntos fuera mágica petite.- dijo dandome un beso en la frente y abriendo la puerta a la vez.

Me adentré en la habitación emocionada ya que nunca antes había estado en una suite. Se respiraba un olor a lavanda increible en ella. Lo que más llamó mi atención fue la inmensa cama, que era aún más grande que la de Anto en Vigo, y eso ya es decir, justo la lado de la cama había una cristalera que llegaba del techo hasta al suelo y dejaba ver todo Madrid iluminado desde la altura. Si nos adentrabamos un poco más el la suite podíamos encontrar una pedazo de tele de plasma junto con un sofá negro en forma de ele. También había una cocina pequeña junto con una barra de desayuno hecha en mármol . Creo que solté un gritito de niña pequeña cuando abrí la puerta del baño, había un jacuzzi, un maldito jacuzzi, también había un pie de ducha impresionante y un lavamanos doble junto con un espejo, y de nuevo, las paredes eran completamente transparentes y eso me daba cosa porque te podían ver perfectamente.

- No te preocupes petite, los cristales son tintados, tu puedes verlos, pero ellos a ti no.- dijo refiriendose a los transeuntes que aún paseaban por las calles de Gran Vía a pesar de la hora.

- Esto es increíble, me encanta Anto.- dije girandome hacia él y envolviendome mis brazos a su alrededor.- Pero me encantas tú más.- dije uniendo nuestro labios.

- Creo que tendremos que aprovechar la noche ¿no?- dijo con una sonrisa picante.

No hizo falta que le contestara ya que nuestros labios se volvieron a unir en un tierno beso, conforme este subía de intensidad la ropa hacía menos falta, así que nos desprendimos de ella poco a poco. Yo estaba subida en el lavabo y había enroscado mis piernas en la cintura del francés y ambos estabamos en ropa interior, la cual me aseguré de que fuera el conjunto negro de lencería que sabía que le volvía loco.

- Vamos al jacuzzi nena.- dijo con voz ronca mientras desabrochaba mi sujetador y besaba mi hombro izquierdo. Yo mientras tanto me bajé lentamente el tanga intentando parecer sexy.- Me estas matando petite.- gruño mientras acercaba su bulto a la parte baja de mi espalda. Yo solté un pequeño gemido al sentir su endurecido contacto. Mis manos fueron directas al elástico de su bóxer y lo bajé dejandolo completamente desnudo frente a mi.

- Ahora vuelvo.- dijo antes de darme un beso en los labios y girarse para salir del baño.

Mientras tanto yo me introduje en el jacuzzi, el agua estaba calentita y se estaba super agusto, por un lado daba mal rollo porque estaba pegado a la inmensa cristalera y yo tenía la sensación de que la gente me podía observar, pero estaba claro que los cristales eran tintados. Poco después llegó Antoine con una botella de champagne y dos copas, la verdad es que yo no era muy fanática del alcohol, pero creo que era el momento perfecto para tomarnos una copita y relajarnos.

- Un jacuzzi no es lo mismo sin champagne.- me hizo mucha gracia como remarcaba su acento francés al pronunciar la bebida. Con cuidado abrió la botella y sirvió dos copas. Después, se metió a mi lado y me tendió una copa. Le dí un gran sorbo animada, ya que nunca había probado el champagne. Pero si os soy sincera me llevé una decepción y creo que se notó mi cara ya que tras esbozar una mueca de asco el soltó una carcajada.

Amor Por Despiste Where stories live. Discover now