34. El destino.

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Ya han pasado un poco más de dos semanas desde que Antoine se fue a Rusia, y la verdad es que lo estoy llevando mejor de lo que esperaba. Hablo con él todas las noches antes de dormir e incluso hacemos videollamada cuando tiene un rato libre. Se nota que está feliz ya que está haciendo lo que mejor se le da, que es jugar al fútbol, y encima está rodeado de buenos amigos, así que supongo que se lo estará pasando genial. Por mi parte, yo he llevado unos días muy ajetreados,  pero por suerte el proyecto de la academia va sobre ruedas, hace un par de días empezamos con las reformas en el bajo que al fin es nuestro. La constante presencia de Tyler ha hecho que este tiempo se me haga más ameno, porque prácticamente está viviendo en la habitación de invitados de esta casa. También me lo he pasado muy bien yendo a los entrenamientos de Altleti, al principio pensé que no tenía sentido que asistiese puesto que Antoine no estaba en ellos, pero Bea me acabó convenciendo y accedí a ir. La verdad es que no me arrepiento para nada por haberme tirado un par de horas en el Wanda, porque esto me ha servido para despejarme un poco de las preocupaciones. Doy un par de vueltas en la cama hasta que el sueño me vence y después de haber resumido mis últimos días mentalmente caigo en un profundo sueño.

Por la mañana me suena el despertador a las siete como es habitual, con algo de pereza me remuevo entre las sábanas hasta que por fin consigo apagar el desquiciado despertador. Miro a mi derecha y me imagino el cuerpo de Antoine abrazandome por detrás y caigo en la cuenta que una de las cosas a las que más me está costando acostumbrarme es a prescindir de su presencia al otro lado del colchón.
Me hago un moño en lo alto de la cabeza ya que el pelo me molesta especialmente hoy y busco mis zapatillas para no andar descalza por el helado suelo de mármol. Primero hago una parada muy necesaria en el baño y luego llego a parar en la cocina, donde me preparo unas tostadas y un café. Me pongo a comer el desayuno mientras leo un libro que me trae muy viciada últimamente, unos segundos después noto  la presencia de Tyler al otro lado de la encimera, y como ya dije anteriormente, se esta quedando a dormir seguido en mi casa el motivo es simplemente comodidad.

- Buenos días.- murmuro antes de darle un sorbo a mi taza de humeante café.

- Buenos días, ¿que tal has dormido?- preguntó con la voz algo ronca.

- Ayer me dormí a altas horas de la madrugada así que hoy necesitaré dos tazas como estas para mantenerme de pie.

- Ya somos dos.- añadió. Se preparo su desayuno mientras yo seguía leyendo.

A continuación fui al baño a darme una necesaria ducha de unos quince minutos por lo menos. Salí del baño con una nube de vapor y rebusqué en el armario algo adecuado para vestir hoy. A las diez y media tenemos una reunión con la editorial que definitivamente nos iba a distribuir los libros. Creo que unas horas después hemos quedado con un amigo de Ty, el cual dirige una empresa de marketing y publicidad, y por fin nos enseñaría el logo de nuestra academia y varios de los folletos publicitarios que se pegarían por la ciudad. Si os soy sincera me hace muchísima ilusión ver como ha quedado el logo ya que tanto Tyler como yo hemos participado en el diseño del  mismo. Por cierto, ya se había corrido la voz de que dentro de poco se iba a abrir una academia de idiomas, y teniendo en cuenta que mi novio es un futbolista de élite y el padre de Tyler, el directo y propietario de la mejor universidad del país, muchos de los medios de comunicación han estado hablando y haciendo falsas especulaciones acerca de nuestro proyecto, y si os soy sincera, cada vez me importa menos lo que digan de nosotros. Ahora mismo solo me preocupo de cumplir mi sueño empresarial.

Llevo como diez minutos mirando fijamente el armario y finalmente me decido por unos pantalones ajustados de cuero una camisa blanca junto con una americana negra. Me arreglo lo más rápido que puedo ya que Tyler me advierte de que no podemos llegar tarde a esta reunión. Me maquillo con un poco de máscara de pestañas, corrector para mis mortales ojeras y un labial nude en los labios. Me hago una coleta y saco algunos mechones para darle un toque desenfadado, me perfumo y salgo del baño a toda prisa. Después cojo el bolso y unas carpetas con papeles importantes y salgo de casa, donde nos espera un taxi que supongo que el pelinegro se ha encargado de llamarlo.

Amor Por Despiste Where stories live. Discover now