El Sustento.

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CAP 4. EL SUSTENTO.

NARRA VEGETTA.

-¡¡ALEX!!- me tiré de cabeza hacia él y lo sostuve sobre mi regazo, sacudiéndole para hacerlo entrar en sí, pero estaba totalmente desmayado. -¡Alex, por favor!-le di golpecitos en la mejilla, golpecitos que se convirtieron en suaves bofetadas. Nada...

Me puse de pie, el agua del grifo seguía corriendo y deduje rápidamente que se había desmayado mientras se lavaba. Tomé un poco de agua y se la eché en la cara, mientras lo sostenía en pie con un brazo alrededor de su pecho. Nada. Lo arrastré fuera del baño y ya con más espacio lo tomé en brazos y sin mucho esfuerzo lo llevé hasta el cuarto de invitados, el más cercano a las escaleras. Lo dejé bien acomodado en la cama y fui hasta mi cuarto en busca de mi agenda, en donde tenía los teléfonos de emergencias. Mientras buscaba volví al lado de Alex y vi cómo abría los ojos. Me abalancé a su lado con ansias.

-¡Alex!- con el corazón en un puño, tiré el móvil y la agenda sobre la cama a su lado y me incliné sobre él, expectante.

Él parpadeó con fuerza, como si tratara de enfocar la mirada, me miró por un momento con detenimiento, como reconociéndome, y suspiró.

-¿Me desmayé, cierto?-cerró los ojos y se tomó de las sienes con una mano.

-Sí, tío... Joder, macho, ¡que susto! - le confesé, ya más aliviado de que estaba despierto. Me senté a su lado y volví a tomar el móvil y la agenda. -Llamaré a emergencias para que vengan, ¿vale?

-¡No! No no no no no...no llames a nadie, no quiero. -negó repetida y rápidamente con la cabeza, sujetando mi brazo e impidiendo que marque el número de la ambulancia a domicilio.

-Pero Alex...

-¡No, tío, no quiero ir a un hospital de nuevo!- sus grandes y almendrados ojos me suplicaron con la mirada, el apretón de su mano se hizo más fuerte.

-Pero tienen que revisarte, Alex. No puedo dejarlo así como así. ¿Qué tal si te golpeaste la cabeza o algo, tío? -estaba en mi casa y por ende era mi responsabilidad cuidarle. Y bien sabía que un desmayo, en su caso, no era cosa de nada. Pero Alex me miró angustiado, con un rostro difícil de ignorar. Toda mi entereza se derritió en segundos. Aunque he de decir que estaba más tranquilo al ver que parecía estar bien.

-Samuel, por favor...En serio, estoy bien. -su mano aflojó su agarre y la retiró de a poco dejando el rastro de una caricia. -No estoy mareado ni nada, ya con unas pastillas estaré bien. -suspiré y desvié mi vista hacia el móvil- No te preocupes, de verdad.

-¡¿Pero cómo no quieres que me preocupe, macho?! ¡Te vi ahí tirado en el piso y me pides eso, casi me desmayo yo del susto, pringa'o! -le fulminé con la mirada, frustrado, y él soltó esa risilla que siempre le brotaba cuando yo me cabreaba por alguna tontería, pero ésta no era una tontería y me entraron ganas de sacudirle la cara a leches. -¡Encima se ríe el chaval...!

-Gracias, de verdad. -su cara estaba pálida todavía, más pálida que de costumbre, sus ojeras siempre presentes estaban más marcadas. Sin embargo, sonreía con alivio.

Volví a pensar en lo de antes; él era fuerte, mucho, e intentaba nunca ser una carga para nadie. Puede que esté sufriendo por algo, pero trataba de ocultarlo bajo una gran capa de desinterés y liviandad. Si le obligaba a ir a un hospital, me echaría la bronca, fijo, y me daba cosa hacer algo que él no quería hacer, por más que lo necesitara, así que no muy seguro opté por no llamar. Cerré la libreta y la dejé en la mesita de noche junto a él.

-Si te llegas a poner malo de nuevo, llamaré, y me importará una mierda que te cabrees y patalees, te llevaré arrastrando al hospital, ¿me oyes? -le dije, amenazante y con un dedo en alto.

-Vaaaaale. -me puso su mejor cara de niño bueno, una muy tierna, por cierto, con una caída de ojos y todo que me hizo quitarme el cabreo de un instante.

-¿Necesitas algo? -pregunté, ya calma'o.

-En mi bolso está el estuche con los medicamentos. Ya con eso sobreviviré. -se recostó hacia atrás, más relajado, y se dispuso a quitarse la chaqueta de chándal. -De todas formas, no podré pasar boca'o ahora...

-Vale. -fui hasta la sala, en donde había dejado sus cosas y se las llevé a la habitación. -Cualquier cosa me pegas el grito, ¿vale? -le dejé el bolso junto a la mesita. -¿Seguro que estás bien?

-Siiiii... - sonrió con una mueca resignada.

Estaba cansado de estar así, lo supe. Yo en su lugar me sentiría muy frustrado; el no tener control sobre tu cuerpo, no poder hacer nada cuando se te vuelve en tu contra, no poder hacer lo que cualquier persona puede hacer echándose una peda o comer lo que se le antojaba, siempre con un límite, siempre una barrera... Y ahí estaba, sonriendo con esfuerzo. Este chaval era extraordinario.

-Descansa, Alexbyto -le sonreí yo también, para que de alguna manera sepa que contaba conmigo.

Su sonrisa se hizo más grande, tal vez haciéndole gracia el apodo cariñoso con el que siempre le llamé, mostrando sus perfectos dientes por un instante.

-Descansa, Vegetto.

"La Cura Perfecta". *( #VEGEXBY )* - #FBLA19 -حيث تعيش القصص. اكتشف الآن