La Tormenta.

1.3K 83 9
                                    


NARRA ALEXBY:

La voluta de humo gris se elevó hacia el cielo, por entre los delicados copos de nieve que habían empezado a caer desde esta mañana, en una danza lenta y poética para quien quisiera apreciarla. La miré casi con inferencia, parado en el carril del ventanal de la sala. A pesar de que nevaba y era de noche, yo no sentía el frío suficiente como para refugiarme dentro y, si así fuera, me lo aguantaría para no llenarle de humo la casa a Samuel. Él no fumaba y no estaba en mis planes convertirlo en un fumador pasivo. Mientras miraba el cielo gris, los picos de las montañas que comenzaban a tornarse blancos, la neblina que las cubría y la nieve bailando ante mis ojos para posarse sin ruido en la loza del balcón, rumiaba lo de esta mañana...

Apenas había abierto los ojos me topé con la cara de Vegetta, los cortos cabellos revueltos, la placidez de sus grandes ojos cerrados, igual que su boca, no como yo que dormía con la boca abierta y babeando -y fue una suerte no haberle llenado el hombro de baba-, su grueso cuerpo envolviéndome entero, desde sus brazos hasta sus piernas, como un pulpo. Me descubrí hecho una bola contra su cuerpo, con la cara escondida en su clavícula, como un polluelo bajo el ala protectora de su madre y aferrado a su cintura como si me fuera la vida en ello. No recordaba la sensación de ser deseado o necesitado de aquella manera, como él me lo transmitía. Era acojonante y...y...reconfortante. Me llenó el pecho de calidez...como la tibieza de su piel...tan tranquilizadora...dulce...

Temí moverme demasiado y despertarle, pero necesitaba mear y tuve que desenredarme de él con mucho cuidado para poder levantarme. Cuando creí que ya podía apartarme un poco, su brazo izquierdo se apretó todavía más alrededor de mi cintura y espalda baja y, al intentar zafarme, despertó a medias, mirándome con el entrecejo fruncido, como un niño caprichoso al que le intentan quitar su muñeco favorito.

-¿Qué sucede? -dijo, adormilado, arrastrando las palabras. Su aliento olía bien a pesar de ser mañanero y su voz era ronca, casi fue un gruñido, pero habló con suavidad. Hasta en esos detalles él se contradecía.

-Nada, sólo quiero ir al baño. -sentí la necesidad de hablar en susurros.

Suspiró y aflojó el agarre, volviendo a cerrar los ojos. Di la vuelta a la cama y volteé a verle cuando llegué a la puerta; una luz blanca entraba por la ventana, el cielo era plomizo y la nieve caía con suavidad, pero dentro de la casa el aire era cálido, y me cuestioné si era por la calefacción o por él... Su espalda, ancha y musculosa, iluminada a medias, con la luz de fuera resaltando sus músculos bajo la piel tirante, con algunos lunares aquí y allá, unos brazos y manos fuertes capaces de partirle la mandíbula a cualquiera, pero que abrazaban y tocaban con mucha suavidad y protección, las sábanas hasta su cadera revelaban lo necesario de sus muslos y sus piernas, firmes, torneadas a fuerza de gimnasio, adivinando lo que había bajo ellas sin mucho esfuerzo, aunque yo había podido ver todo en detalle. Era un disparo al orgullo ese cuerpo, pero me quedaba el consuelo de que fue mío por toda una noche... No pude evitar un pequeño piquete de motivación personal...y al mismo tiempo pensar también en el curioso hecho de que había disfrutado del cuerpo de un hombre...de ese hombre.

En mi puñetera vida me lo hubiera imaginado.

Tomé mi ropa y fui al baño, vacié la vejiga y ya para aprovechar me di una ducha porque estaba hecho un asco. Me costó llegar; mis piernas y mi cadera estaban pasándome factura, como si hubiera hecho quinientas sentadillas del tirón, y mientras me caía el agua caliente en el cuerpo repasé en lo que había hecho. No era como si me hubiera arrepentido, pero algo sí que me picaba y creo que, aún así, no hallé razón suficiente para no haber hecho lo que hice. Tuve que reconocer que me gustó, mucho más que antes, pero no quitaba el hecho de que la imagen de amigo que tenía de Samuel se estaba diluyendo y ya no sabía cómo clasificarlo. A veces yo era un tío práctico, de esos que sienten la imperiosa necesidad de etiquetarlo todo (o era banco o era negro, no había putos grises jodiendo) y ahora yo no sabía ni qué éramos, si es que éramos algo... ¿Qué haríamos a partir de ahora? Supongo que nada, sólo un secreto.

"La Cura Perfecta". *( #VEGEXBY )* - #FBLA19 -Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum