El Remedio.

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NARRA VEGETTA.

Le examiné con cuidado, para él era algo vergonzoso, pero no había de otra. Yo quería asegurarme de que no tendría problemas a posteriori, ya que además de doloroso aquello podía traerle problemas de circulación, una fisura en alguna vena o incluso problemas de erección. Estaba hinchado, totalmente palote, como si estuviera a punto de venirse y no pudiera. Lo miré de reojo, sonriendo sin poder evitarlo.

-Te la tenías bien escondido, eh chavalote. -solté sin más, riéndome fuerte. Vale que era pequeño de cuerpo, pero entre las piernas no era nada pequeño.

-Jódete, Vegetta... -me reí aún más fuerte con el puchero que me hizo, pero aun así no pudo evitar hacer una pequeña sonrisa por la tontería que, al fin y al cabo, era un halago. Pero de pronto volvió a retorcerse de dolor y las risas se esfumaron con la misma rapidez con la que aparecieron.

Me senté a su lado, con ambas manos en sus rodillas, preparándome mentalmente para lo que tendría que hacer. Le veía debilitado, tan...indefenso. Quiso cerrar las piernas, pero cayó de lado con un resoplido.

-Tienes que liberar presión, Alex...

-¡Ya lo sé! -tenía los dientes apretados, de verdad debía dolerle.- Pero no puedo, tío, ni siquiera puedo mantenerme sentado.-era cierto, trataba de incorporarse sobre los codos y se caía sin más. Estaba sudando ya por el esfuerzo, agitado...

-Vale... -no muy decidido, me senté a su misma altura en la cabecera, le rodeé el cuerpo por el pecho con el brazo izquierdo para sostenerlo y lo pegué un poco a mí, su espalda contra mi pecho.

-¿V-Vegetta...? -me miró por sobre el hombro con los ojos muy abiertos, totalmente pillado por sorpresa ante mi cercanía.

-No te va a gustar, Alex, pero no le veo otra solución, macho... -inspiré profundo, intentando repeler el rechazo que me producía la idea de...

-¡Espera! ¿Q-qué cojon..? -inspiró de manera entrecortada cuando sintió mi mano allí abajo al sacar su pene por sobre el bóxer.- ¿¿Qué cojones haces?! -su mano intentó apartar la mía pero a penas fue un manotazo de ahogado, uno que ya está en las últimas.

-Ya, tranquilo. Tampoco me la estoy pasando bien, ¿sabes? -le di un pequeño empujón con el antebrazo para que se esté quieto, levanté un pie para trabar su calzoncillo y deslizarlo por sus piernas, mientras que con la mano derecha lo bombeaba despacio, arriba y abajo. Estaba durísimo, caliente, podía sentir hasta las venas palpitando. Di gracias al cielo que tenía poco vello y no me resultara repugnante. -Ciertamente es como cuando bañaba a mis pacientes cuando era practicante de enfermería, así que no es algo que desconozca...

-¡Yo no soy tu...puto paciente! -se mordió el labio, su mano derecha intentaba todavía quitarme de ahí, pero no pasaron ni veinte segundos en que desistió de ello. Sólo hizo la cara a un lado. - No me lo creo...-le oí susurrar.

-Ya, tranquilo. -seguí con mi tarea, intentando no enfocarme demasiado en lo que hacía.

Pero, inevitablemente, mis ojos se desviaban hacia ese cuerpecillo pálido y menudo, a esos espasmos que podía sentir con mi mano, a esa respiración agitada pegada a mi pecho y, sobre todo, a sus gemidos. Sí, Alex intentaba sin éxito callarse la boca, pero en su garganta resonaban quejiditos que taladraban mi cerebro. Su mano se había relajado sobre la mía y ahora tan solo la presionaba suavemente, como queriendo sentir el ritmo de mi mano.

-¡Joder...! -echó la cabeza hacia atrás y su cabello me hizo cosquillas en la nariz al tenerlo de espaldas. -¡Ah-aaaahhhh! -ese suave y contenido gemido hizo que yo tragara saliva; también comenzaba a transpirar, no tanto por el trabajo de mi mano, si no por lo que tenía entre mis brazos.

Me recordé mirándole con atención, como tantas otras veces, en las que contemplaba con disimulo su delgado cuerpo; las pocas oportunidades es las que habíamos compartido habitación en algún evento, o en mi casa en L.A. cuando fue al E3 y no había conseguido hotel y Willy y yo le cedimos el sofá de la sala, o en alguna piscina de hotel o en alguna playa. Siempre había atraído mi mirada, pero nunca de otra manera que no sea por curiosidad, y es que yo nunca había visto a alguien con un cuerpo masculino y al mismo tiempo...delicado...bello...en el estricto sentido de la palabra. Su talle siempre había sido blanco de burlas, incluso las mías, como cuando le dije que yo siempre había pensado que si él hubiera estado en una cárcel sería un caramelito (sí, lo dije así sin más), pero aún así yo le veía...hasta deseable. Claro que nunca se me pasó por la cabeza algo descabellado, él era mi amigo, mi colega, uno de los que más despertaba mí el lado protector. Aun así, yo...

El tenerle pegado a mí, el que lentamente haya abierto las piernas, completamente expuesto, enloquecido de placer...Olía bien. Su pecho lampiño subía y bajaba. Su cuello delgado a centímetros de mi boca. Mi mano izquierda rodeando su pecho; podía sentir sus acelerados latidos en la palma. La piel de su estómago revelando unos abdominales a penas definidos. Su cadera se movía a penas, acompañando los movimientos de mi mano. Su vientre plano... Su redondo trasero pegado a mi propia entrepierna...

Sus gemidos aumentaron en frecuencia y el apretón en mi mano era más desesperado, así que aceleré el ritmo y aquello pareció enloquecerle...y a mí también. Totalmente atento a cada expresión suya, vi cómo se venía en mi mano, con un gemido contenido que parecía brotarle desde los pies. Su semen hizo presión a unos cuantos centímetros hacia arriba, como el agua caliente de un geiser, y cayó también en su vientre. Un escalofrío le sacudió el cuerpo al detenerme. Le solté, un poco asqueado al sentir aquella cosa viscosa en mi mano. Su pecho subía y bajaba como si hubiera corrido una maratón, pero lejos estaba de habérsele bajado el asunto porque todavía seguía con la erección. Me aparté de su lado con cuidado y él sólo atinó a cubrirse la cara con un brazo, como si así pudiera ocultar lo que había pasado entre ambos.

Sin decir nada, fui hacia el baño a lavarme la mano; su esencia brillaba en mis dedos como prueba de aquella locura que acababa de cometer. Dejé que el agua se la llevara...

Si tan sólo pudiera hacer que también se llevara aquello que yo estaba sintiendo en ese momento...

Me miré fugazmente en el espejo; mi sudadera tenía el pecho empapado, mezcla de mi sudor y el de Alejandro. Todavía podía sentir su calor allí. Respiré profundo, terminé de limpiarme, tomé una de las tallas de mano y regresé a la habitación. Alex ni siquiera se había tapado, todavía estaba de costado en la cama, con la pierna derecha flexionada sobre la izquierda y recordándome a un cuadro del renacimiento, allí con toda su desnudez a la luz del velador. Joder... Su cadera debería de tener censura. Tenía unos muslos redondeados producto del fútbol que practicaba de hobbie con amigos, la línea de su espalda era preciosa...

Todo un manjar para la vista y yo estaba tratando inútilmente de ignorar el hambre.

"La Cura Perfecta". *( #VEGEXBY )* - #FBLA19 -Kde žijí příběhy. Začni objevovat