20

1K 139 82
                                    

— Te ves asustado... — notó el temblor del joven, y su expresión de espanto.

— ¿Eh? Oh, no, solo estoy confundido por tu visita — sus movimientos eran torpes, nerviosos y excesivamente rápidos.

— Seré directa; sé que tu bebé puede ser de mi esposo también.

El tono serio que usó, su expresión de mala muerte y su confesión fue lo que provocó el ahora llanto del castaño.

— ¡Perdón! ¡Yo-yo no sé porqué lo hice! ¡No me odies! ¡Lo lamento!

Fueron algunas de tantas cosas que logró entender Sophie, entre su llanto y la manera tan acelerada en que las decía.

— Shu, shu. Calmate un poco.

Pidió tapándole la boca al menor que seguía llorando, hasta detuvo un futuro ataque de pánico.

— Estoy furiosa con Ben, no contigo.

Quitó la mano de su boca para ahora llevar ambas hacías las mejillas del chico y quitar un poco las lágrimas. Como una madre haría.

— ¿Po-por qué?

— ¿Por qué no te odio? O ¿Por qué no te estoy atacando ahora? — preguntó lo que supuso que preguntaría el menor.

— No.. ¿Por qué esta aquí?

— Ah, eso. Como dije, no te odio, tampoco estoy furiosa, pero — se quedó unos segundos callada, logrando preocupar mucho al oji marrón que había llevado sus brazos a su estómago cubriéndolo siento lástima por ti.

Confesó con un tono tan seco, sin ningún sentimiento.

— ¿Cómo?

— Si, mirate. Acabas de arruinar toda tu carrera por no saber cerrar las piernas y, ¡Por favor! Creí que serias más inteligente ¿Meterte con hombres casados? ¿En serio, Tom? Arruinaste un matrimonio, a una pareja ¿Sabes en qué te convierte? En un rompe hogares, en un puta, una zorra.

Cada palabra perforaba su pecho, por un momento creyó que ella no lo odiaba, pero se equivocaba. Aunque ella también tenían razón, no debió meterse con alguien casado.
Sollozó fuerte, bastante. Dejando que las lágrimas corrieran por si solas de sus ojos, resbalando por sus mejillas hasta caer mojando sus piernas o las sabanas que ahora las cubrían.

— Lloras porque sabes que tengo razón. Pero no te odio, claro que no, solo siento lastima como dije, ahora quedaste manchado de por vida, y tan joven que eres.

La puerta fue abierta con brusquedad, en ella se veía a un Robert furioso y atrás de él estaban los otros tres hombres sobrantes que intervendrían si se salia de control.

— ¿Para eso viniste! ¿Para echar mierda? — cuando ella iba a contestar fue tomada bruscamente por el brazo y sacada a rastras de aquella habitación.

Habitación donde ahora Stan, Hiddleston y Evans consolaban al pequeño dándole mimos, abrazos o besos.

— ¡Fuera! ¡Vete! ¡Cucha!

— ¡Zorra! — gritó Sophie antes de que le cerraran la puerta en la cara.

Robert apoyó su frente sobre esta, suspirando con cansancio. Todos sabrían que pasaría algo así o al menos lo intuían. Aunque no pensaban que iba a ser tan pronto.

¿Qué Tom está qué..?Where stories live. Discover now