Uno; Lía

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Limpio con rapidez las mesas mientras veo a más hombres vestidos de uniforme entrar. Nunca me acostumbraría, aunque solo entraban mayores, y a mí me gustaban, pero no cuando podrían ser mis padres.

Irme a Estados Unidos, exactamente, Gulfport, Misisipi, había sido un golpe de suerte. Gracias a una empresa de trabajo en Estados Unidos para gente joven, lo había conseguido.

Camarera.

No era el trabajo de mis sueños pero me daba para mantenerme y perfeccionar el idioma.

Señorita —llaman mi atención y miro hacia la barra mientras me dirijo a ellas—. Ponme unas cervezas, por favor.

— Ahora mismo.

Me meto detrás de la barra y no tardo en coger unos botellines y abrirlos. Los pongo en la barra y les sonrío.

— Gracias —dicen.

Limpio la barra y miro el reloj, sabiendo que la hora fuerte aún no había llegado y que pronto empezarían a llegar un montón de marines deseosos de unas cuantas cervezas.

La verdad es que este no era el primer trabajo que me había conseguido la empresa. Un internado de niños autistas había sido el primero. Lo dejé porque ellos tenían más fuerza que yo. A pesar de los tirones de pelo, de que alguno me escupiera y demás, les cogía cariño.

Pagaban más en el bar y trabajaba menos. Tenía unos turnos asequibles que me permitían vivir, y por lo menos, dormía en casa.

Me iban conociendo poco a poco y ya se sabían mi nombre: Lía.

— Lía, preciosa —dice Kevin apoyándose en la barra—, ponme un whisky.

— Y aquí una cerveza —piden al otro lado de la barra.

Intento quedarme con todo lo que me piden y unos tienen que esperar más que otros porque tengo dos manos y aún mi compañero no ha llegado.

Cuando veo a James aparecer, casi me tiro en sus brazos porque no podía estar sirviendo cervezas, retirándolas, limpiando las mesas y complacer a todos.

James, era de Panamá y actualmente convivía con él en un pequeño apartamento. Muy pequeño. Tenía un año más que yo y también trabajaba conmigo en el internado. Su padre vivía en Los Ángeles pero él buscaba siempre nuevas oportunidades.

— Aquí está James para salvarte el culo —dice cogiendo el abridor.

— Más bien para cumplir tu turno —sonrío haciendo que él me guiñe un ojo.

Él era ingeniero Náutico y su sueño frustrado es haber estudiado lo que quería y no conseguir trabajo; como el de la mayoría.

— Voy a recoger las mesas —le aviso.

Cojo la bandeja y la bayeta, y salgo de la barra para empezar a recoger cervezas vacías, mientras el bullicio del pequeño bar me envolvía.

Mi madre me había mirado con resignación al otro lado de la pantalla porque mi sueño de ser una organizadora de eventos de éxito se estaba yendo por el desagüe.

— Trabajar de camarera podrías haberlo hecho aquí —había dicho.

— Estoy aprendiendo otro idioma, piensa eso.

— Inglaterra está más cerca, y tendrías a tu prima allí.

— Tengo a James.

— Es un buen chico.

Sí que lo era. Había sido duro el cambio, estar lejos de la familia, no tener la exquisita comida de tu madre y tener que sobrevivir y sobre todo, la calidez de tu casa, tus amigos, las risas y las cervezas. El ir y venir. Mi vida había cambiado completamente y aún estaba intentando adaptarme en mi tercer mes.

Goodnight and go (Disponible en Dreame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora