Veinte;Nick

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Le echo un poco vino tinto a la carne y la muevo con la paleta.  Las patatas se están haciendo en el horno y he recogido la casa y la habitación. También he limpiado,  por lo que me he levantado temprano para que no me coja el toro. 

Lía me ha enviado un mensaje diciéndome que viene de camino y cuando el timbre suena,  dejo el paño que tengo en el hombro en la encimera y miro a mi alrededor viendo que todo esté en orden. 

El balcón está abierto,  dejando salir el olor a comida,  los cojines están bien colocados en el sofá,  la manta doblada en un lateral y todos los cables de la play 3 están  bien puestos y los mandos guardados. 

Abro la puerta y sonrío al verla allí.  Lleva sus gafas de sol en el pelo y observo su atuendo.  Una falda azul de flores se agarra a su cintura y un tipo blanco resalta el color de su piel. 

— Hola —la saludo— Pasa.

Me aparto y por primera vez, dejo que ella entre en casa.  Su vista pasa por el salón y cierro la puerta para ir a la cocina de nuevo. 

— Es grande —dice.

— Todo es más grande que tu pequeño apartamento. 

— Tienes razón —deja su bolso en la isla de la cocina y se pone a mi lado—. ¿Qué estás cocinando? 

— Ternera y patatas —señalo el horno—. ¿Puedes mirarlas? Coge la manopla,  no te quemes. 

Le quito fuego a la carne y miro hacia atrás para verla mirando el horno. 

— No creo que le falten mucho —cierra el horno y deja la manopla encima de la encimera. 

— Huele bien, no sabía que se te da bien cocinar —se apoya en la encimera. 

— Aún falta que la pruebes —le sonrío—,  aunque admito que se me da mejor que a ti. 

Ella sonríe.  — ¿Quieres que vaya poniendo la mesa?

— Sí —me acerco al horno—. Los cubiertos están en ese cajón —lo señalo—,  y los vasos en ese mueble de arriba. 

Saco las patatas del horno con las manoplas puestas y dejó el recipiente de cristal en la encimera. Mientras pongo la comida en los platos,  Lía ya ha puesto la mesa y me observa. 

— Hay una botella de vino blanco en la nevera —le digo. 

Ella va al frigorífico y no tarda en sacar la botella.  Dejo los platos en la mesa y cojo el abridor. 

— ¿Ya sabes abrir una botella? —Le pregunto con una sonrisa divertida. 

— Sí —se sienta—,  después de buscar un tutorial en YouTube. 

Me río.  Una de las veces que hablamos por Snapchat ella me envió una selfie con una botella diciéndome que no podía abrirla. 

Abro la botella y sirvo el vino en su copa y después en la mía.  Me siento frente a ella en la pequeña mesa y la miro con atención cuando mete el tenedor en la boca. 

— ¿Y bien? —Le pregunto. 

— Está muy bueno —dice—. Te voy a secuestrar para que me cocines todos los días. 

— Si me cuidas bien creo que me dejaría. 

— Lo haría. 

— ¿Qué harás cuando vuelvas a España?

— Buscar trabajo,  intento que sea de lo que he estudiado, claro. 

— Espero que tengas suerte.  ¿James también se irá?

Goodnight and go (Disponible en Dreame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora