41. Copenhague

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Capítulo 41: Copenhague

—Me duele el culo.

—Prima, puedo asegurarte que a todos nos duele el culo —dice Kyle caminando a mi lado y llevando de la mano a Drew. Luego sonríe de lado—. ¿Y si te das unas palmaditas? También puedes mostrarnos tu ropa interior mientras... ¡Ay! ¡Drew! —Se acaricia la nuca donde lo pellizcó.

—Creí que tenías un bicho —Se encoje de hombros y él le frunce el ceño—. La próxima te pellizco el trasero —asegura con un guiño mientras mira todo el aeropuerto.

—¿Estás seguro de que no van a reconocerte? —pregunto por lo bajo a Julian que sonríe y asiente. Lleva unos lentes de sol y un gorro de lana. Incluso lleva una peluca rubia que le llega a los hombros y una barba falsa—. Te ves muy hippie.

—Al estilo de los Bee Gees —puntualiza Amber y él le sonríe—. Hace un poco de frío.

Julian toma su maleta mientras ella se pone un abrigo. Por mi parte, acomodo mi mascada mientras suspiro al sentir una suave brisa. Adoro el clima soleado de Los Angeles, pero es algo nuevo sentir un poco de frío en el rostro.

—Ash, no vienen a buscarnos ¿verdad? —pregunta el cantante mientras nos encaminamos a donde sea que él y los chicos nos conduzcan.

—Si nos esperaban aquí, Ari habría tenido un infarto —asegura y lo empujo haciendo que ría—. ¡Es cierto! Les tiene cierto miedo, así que preferí que nos viéramos después porque estaba seguro de que el viaje nos dejaría muy cansados para recibir abrazos a esta hora de la mañana.

—¿Y qué tan lejos estamos del hotel?

—Creo que una hora... ¿Cuánto tardamos la última vez, Dylan?

—Dos malditas horas porque el maldito presidente de Estados Unidos decidió visitarnos y todas las malditas calles estaban cortadas —farfulla con el ceño muy fruncido y empujando a un hombre. Se disculpa en danés—. Mamá no deja de llamarme, está volviéndome loco —Su móvil suena y bufa antes de responder y hablar en su idioma natal.

—¿Y por qué lo llama a él y no a mí? —protesta Kyle haciendo una mueca con sus labios—. Yo también soy su hijo.

—Tú nunca respondes las llamadas —Drew pone los ojos en blanco y le quita el gorro de lana para ponérselo ella. En este momento envidio tanto su cabello, no tiene ni rastros de la gran humedad que hay. Está impecable, a diferencia del mío que podría confundirse fácilmente con la paja—. ¿Por qué no me enseñaste a decir algunas frases en danés? Al menos un saludo o cosas que podría necesitar decir.

—Eres un asco para los idiomas —Río fuerte porque tiene razón. Se traba demasiado y olvida lo aprendido en segundos. La pelirroja rueda los ojos antes de tomar la cámara y apuntarlo—. Tu fuerte son las imágenes, no las palabras.

—Una imagen vale más que mil palabras.

—Entonces sonríe —pide sacando una foto. Luego nos pide que nos juntemos y nos saca a todos. Nos tiene varios minutos sacando fotos—. Dios, Kyle. Estás horrible, tu cabello es un asco —Mira las fotos con una mueca—. ¿No usabas el mismo shampoo que yo?

Muerdo mi labio para reír y puedo ver que se está sonrojando. Le doy un suave codazo a Drew y le enseño el rostro del primo. Ríe y le saca fotos.

—Adorable.

—¿Podemos comer algo antes de tomar el taxi? —Kate tiene unas grandes ojeras. Ella tiene la costumbre -o mal hábito- de no dormir en los viajes. En ningún viaje ha dormido. Así que parece estar muy cansada—. La comida en el avión era un asco.

Mi roto San Valentín #1. Rotos (✔)Where stories live. Discover now