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Louis manejaba hasta el colegio de los hijos de Harry

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Louis manejaba hasta el colegio de los hijos de Harry. El ojiverde le había pedido o más bien, suplicado ir por ellos a la escuela, puesto que él tenía unos problemas que resolver un problema que se presentó a última hora en su empresa.



Louis llegó a la hora exacta. Espero junto a los demás padres, recibiendo algunas miradas que le, según él, eran de desprecio. Lo que no sabía era que esas personas lo miraban por razones totalmente distintas. Louis impactaba con solo caminar. Derrochaba ternura y sensualidad. Una linda combinación que parecía haber sido inventada por el ojiazul.



Los niños por fin comenzaron a salir, y Louis lo agradeció.



- ¡Lou! - gritaron al unísono, mientras se abalanzaban contra en pequeño y delicado cuerpo del ojiazul.



- Hola, mis amores, ¿cómo estuvo su día?- preguntó, mientras caminaba hacia su auto con los niños entrelazando su mano con cada una de las de Louis.



- Mu-Muy bi-bien. - admitió, Austin - Mi ma-maestra me feli-felicitó po-por mi ta-tarea. - Louis prestaba absoluta atención al niño.



- Y el tuyo Payton, ¿cómo estuvo?- la niña bufo y rodó los ojos.



- Estuvo muy mal. Avery, mi mejor amiga, me ignoró en todo el día, hoy llego una niña nueva y la atención de todos los niños estuvo sobre ella, hasta la de mi mejor amiga. La odio.- renegó, mientras subía al auto.



- Oh, mi pequeña, celosa. - Payton frunció el ceño.- Avery seguirá siendo tu mejor amiga. Tienes que compartir a tus amigos porque hay niños que también los necesitas, qué tal sí luego terminan siendo mejores amigas las tres, dale la oportunidad, ¿sí?



- No, esa niña es mala y tiene cara de rata.- dijo con el ceño fruncido. Austin y Louis rieron ante las palabras de la niña. Payton le dio un golpe a su hermano en la cabeza.



- Payton, pequeña, no tienes porqué desquitarte con tu hermano.- regañó, siempre tratando de ser amable.



[...]



Llegaron a la casa de Harry. Louis le pidió a los niños que se fueran a cambiar los uniformes, mientras el cocinaba el almuerzo.



Mientras cocinaba pensaba en lo mucho que su vida estaba cambiando. Antes no tenía ninguna responsabilidad con nadie, su única responsabilidad era consigo mismo. Nunca se imaginó de esa manera, cuidando, cocinando y aconsejando a dos niños que ni siquiera eran sus hijos, claramente, eso no le molestaba, amaba a esos chicos como sí fueran de él. Sus papás se reirían si lo vieran así, tan dedicado a otras personas, cuando el muy claro les había dejado que no esperaran nietos de su parte, ni biológicos ni adoptados, cuidar de niños no era lo suyo, o al menos eso creía él hasta que conoció a los dulces chicos Styles. Esos niños habían hecho florecer su muy escondido instinto paternal.

Simplemente... Louis |l.s| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora