S E I S

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Besos calientes

Besos calientes

-Vamos, vamos le decía de puntitas.
-¿Estas loca?

-No del todo - conteste agachándome
ocultándome debajo de la mesa.

-¿Entonces porque estas escondiéndote en tu
propia casa?

-Porque si Nana me ve así... – hice referencia a mi
ropa sucia y rota gracias a las caídas por la huida
que nos ingeniamos de Eidan  - Me meteré en muchos problemas.

Mía estaba casi igual de sucia que yo, las dos
habíamos estado en cuclillas y rodando como
cerdas, parecía divertida y asustada de hacer lo
que hacíamos, no se que clase de persona era ella
ni que idea tenía de mi pero que lo primero que
supiese es que entraba a hurtadillas a mi propia
casa no ayudaba en nada.
Con cautela entramos a la casa, ya había
anochecido desde hace un rato y dentro estaba
completamente oscuro así que supuse que era
otro apagón eléctrico, nos movíamos sigilosas
tratando de no toparnos a Papa o a Nana.

-Tienes una casa hermosa ¿Cuantas habitaciones
tiene?

-Olvida eso y no hagas ruido.
A tropezones y chitones llegamos hasta mi
habitación donde por fin pudimos enderezarnos
como homozapiens zapiens ordinarios, ella abrió
los ojos de par en una expresión de asombró la
cual me incómodo un poco, mi casa y mi estilo de
vida no eran tan extraordinarios ¿O si? Sólo éramos
personas que vivían bien gracias al gran esfuerzo
de mi padre y mi hermana ¿Tanto era?
Tuve que agitar la cabeza un momento para
sacarme su nombre de la cabeza, no era momento
para estar pensado en ella.
Me dirigí a tientas hasta mi buró donde tras
equivocarle con barios aparatos encontré dos
velas gordas, después abrí el cajón y saque mi
encendedor, ambas cosas estaban ahí por
situaciones como esta.
Mía parecía entretenida observándome como me
golpeaba cada cinco segundos contra algo, la
cama, la mesita noche, un zapato a media
habitación etc.
Le di una vela ya encendida y la hice seguirme
hasta el armario gigante que había a un costado
del baño.
A pesar de que la gente pensara que era
quisquillosa en la marca de mi ropa y me quedara
todo a la perfección, sólo eran argumentos
infundados en como cuidaba mis uñas y como
lucía mi rubio.
Automáticamente mis ojos se dirigieron a mis uñas
que para mi buena suerte estaban en la perfección
que debían estar

-Escoge lo que quieras - indique acercando un
poco la vela para que la débil luz iluminará las
telas colgadas.

-¿Qué? -Contesto confundida.

-Estas casi igual de sucia que yo, no puedes ir así,
así que escoge algo de lo que está colgado y
metete en eso – le dije en tono autoritario.

-Gracias - dijo observándome con esos ojos cafés
llenos de un brillo especial “Agradecimiento?
¿Admiración? ¿Regocijo?" no tenía idea pero se le
miraba tan inocente "...A pensar que hubiera
estado espiando en el vestidor de chicos" me
recordó mi mente y solté una risilla ante eso.

Por mi parte no me metí a la ducha sin antes
avisarle que tenía 10 minutos para elegir y
cambiarse porque entonces sería yo a la que le
tocase hacer eso.

Yo no era de esas chicas que tardaban horas y
horas en la ducha, frente al espejo y sacándose
fotos, aunque abecés me tentaba claro, sólo solía
darme un baño rápido, abecés sin acondicionador.

¡Le hice un amarre al chico equivocado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora