D O C E

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No es tan malo.

Recuerdo la primera vez que vi a Mía y Eidan juntos. El le gritaba y la humillaba, tan solo recordarlo me entraba el coraje. Pero ahora el
estaba ahí con esa mirada de no poder hacer nada, por más que quisiera, desde que lo conocí lo odie,
por tantas cosas pero ahora estaba ocultándome y no entendía porque.

-No hagas ningún ruido.-Me advirtió de nuevo

Yo asentí con la cabeza, asustada, preocupada.
Unos minutos después las sirenas comenzaron a sonar alejándose cada vez más, me soltó lentamente, como si aún no supiera si confiar en mí. Yo solamente me quedé quieta observándolo para ver qué hacía.

Saco su teléfono de su bolsillo, lo desbloqueo, escribió algo por unos segundos y después lo guardo.

-Ya le avisé a Sierra... - Me informo-En
cualquier momento llega así que no te muevas de aquí.

Me quedé quieta en la cama, me mire la ropa repleta de sangre, lleve mi mano a mi labio roto y de ahí a mi hombro completamente adolorido,
pero lo había olvidado.

La adrenalina de los últimos minutos me había hecho pasar por alto el
dolor de todo mi cuerpo.

-¿Qué mierdas te paso?-Me pregunto apenas dándose cuenta de lo destruida que estaba.

Me ardió el pecho, de coraje, de confusión... No entendía.
-i¿Porqué de pronto te preocupas por mí?! i¿Porqué me ayudas?! ¡Tú mismo el otro día quisiste matarme!-Le grite expulsando toda esa duda atrapada dentro de mi cuerpo.

-No tengo porque darte explicaciones, deberías de estar agradecida. — Respondió ofendido.

-Es verdad... Y gracias, pero no te lo pedí y me tienes confundida y exijo saber porque lo haces.

Sus ojos me observaron, tan fríos y a mi parecer buscando una respuesta dentro de sí.

-Aquí quédate, no te muevas o ya verás.

Después de decir eso salió como toro azotando la puerta y dejándome sola. Ahí estaba yo de nuevo dudosa e indefensa.

Los minutos pasaban, me sentía cada vez más adolorida, mi cara se hincho un poco y mi hombro estaba más entumecido por cada minuto que
pasaba.

Mire al rededor del cuarto, había pocas cosas como alguien que vivía ahí hace mucho pero se mudó, sin embargo había envoltorios, ropa,
botellas y más que deducía que alguien se la
pasaba mucho aquí. Sobre una mesita de noche, estaba un cuadro de
dos chicos, me acerque un poco, era Eidan y Héctor. Un poco más delgados seguramente era de unos años atrás, Héctor era el que tomo la foto,
una selfie más bien, el se miraba animado burlándose mientras Eidan estaba sentado a un borde de la cama con el labio roto y con una
sonrisa de "¿Me estás jodiendo?" Parecía que le acababan de dar una paliza, incluso tenía una muñeca vendada.

Héctor de miraba tan lindo, tan jovial, vivo, animado, guapo. Tan solo verlo mi corazón brincaba y mi estómago se llenaba de revoloteos...

-Eres tan estúpida ¿No lo entiendes verdad?-de pronto la voz de Eidan sonó detrás mío.
Me gire ofendida, era extraño que de pronto alguien llegará a ofenderte sin yo a ver atacado previamente.

-¿A qué demonios te refieres? - dije a la defensiva.

-De Héctor.

-No sé que tiene que ver.

-Eres tan estúpida, el se está divirtiendo contigo, tú te haces ilusiones, lo que sea que pienses con el, no va a pasar.

-Tu no sabes lo que el siente por mí...

¡Le hice un amarre al chico equivocado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora