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—¡DESMAIO!

—¡Vega!

—¡BOMBARDA!

—¡Vega, no!

—¡Detente!

—¡FRIGIO GENITA... ¡Mpfff!

—Creo... Creo que debemos calmarnos un poco —dijo Hermione cubriéndole la boca a Vega con su mano.

Harry asintió y retrocedió hacia una roca roca cerca de Buckbeack para dejar a Vega, quien seguía pataleando tratando de alcanzar su varita, que ahora era sostenida por la mano libre de Hermione.

—¿Qué... Qué hechizo era ese último? —preguntó Ron dejando al fin la mochila con comida en el suelo.

—No quieres saber —contestó Harry esquivando una patada de Vega.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo, Potter? ¡Te advertí que no quería más trucos! ¿Qué pretendes? ¿Matarme? ¿Secuestrarme? Porque te aviso, que mientras mi hermana siga tras el trasero de Malfoy, no habrá nadie dispuesto a pagar un centavo por mi rescate, así que ni lo... Mpfff...

—Nadie de los que estamos aquí va a dañarte, Vega —dijo Hermione con paciencia—. Simplemente tratamos de ayudarte a ti y a Sirius...

—¡Pues no les creo! ¡Nada de lo que han hecho todo el día tiene sentido! ¡Esta situación no tiene sentido! ¿Qué mierda hace el estúpido salvador del mundo mágico jugueteando con el mortífago más fiel de Voldemort?

—Vega, Sirius no es...

—¿Acaso es control mental? ¿Black les lavó el cerebro o algo así?

—Vega, sabes que Harry es resistente al maleficio...

—Para ser la bruja más brillante del curso, en verdad eres inocente —espetó Vega rodando los ojos—. El maleficio Imperius no es la única forma de controlar la voluntad de las personas. Existen cientos de rituales de magia negra con los que fácilmente...

—Eres igual a él.

La cueva quedó en silencio, mientras los cuatro jóvenes miraban al fugitivo de Azkaban, quien tenía los ojos clavados en la pelirroja del grupo, con una mezcla entre la sorpresa, la alegría y la nostalgia.

—A primera vista, pensé que eras una copia de Ursa —siguió mientras avanzaba con lentitud hacia si sobrina, quien le devolvía la mirada confundida—. Pero resulta que lo único que heredaste de ella fueron los ojos.

Sirius se agachó frente a Vega y extendió una mano temblorosa hacia ella. La pelirroja hizo su mejor esfuerzo por no retroceder, mirando casi hipnotizada a los ojos grises del criminal más buscado del mundo mágico.

—Claro, y el cabello —murmuró colocándole un mechón rojo tras la oreja con cuidado—. Ella siempre amó su cabello. Dejó de cortárselo a los doce años, y desde entonces no dejaba que nadie lo tocara. Ni siquiera Apollo.

Vega frunció el ceño y su mirada se endureció ante la mención de su padre. Extrañamente, aquello hizo que la pequeña sonrisa en el rostro de Sirius creciera aún más.

—Ahora que te miro de cerca, me doy cuenta de que no solo heredaste su carácter de los mil demonios —dijo riendo ligeramente—. Él hacía esa misma cara cuando

—¿Debo tomar eso como un cumplido? —preguntó Vega alzando una ceja.

Sirius soltó una ruidosa carcajada antes de envolver sus brazos alrededor de su sobrina, hundiendo su rostro en la cabellera pelirroja.

A Vega le sorprendió aquella acción, y por un segundo no supo qué hacer. Sin embargo, una sensación de humedad sobre su cabello la hizo reaccionar. Sirius Black estaba llorando. Lo cual, por alguna razón causó que sus propios ojos se llenaran de lágrimas.

Las Mellizas Prince [Harry Potter/Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora