ESPECIAL 10K PT.2

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3. Cerdos y tomates.

  A Chae BaekSeon le gustaba mucho ir a casa de sus abuelos. Todos los veranos iba al menos por dos semanas. La muchacha se encontraba bajando del coche y admirando la gran casa que tanto le gustaba, pues le recordaba a un gran castillo. A sus diez años de edad seguía tan unida a YoonGi como siempre, incluso le había pedido a sus padres que les dejasen pasar las vacaciones juntos. La señora y el señor Chae no pudieron decirle que no, y para la señora Min no fue un problema.

—¡Hola, hija! —CheolSoo, el abuelo de Baek, abrazó a su hija, sonriente de poder verla de nuevo después de un largo tiempo. —¡Hola, Hyun! —También abrazó a su yerno, pues ya era como un miembro más de la familia. —Veamos... ¿Dónde está mi pequeñaja? —Preguntó al separarse, haciendo esa típica broma para molestar a Baek, se fue acercando a ella, pero mirando por encima de su cabeza. —No puedo verla... Quizá se ha hecho más pequeña.

—¡Abuelo! —Se quejó la muchacha, haciendo un puchero. —¡Esta vez no va a colar! —Frunció el ceño. —Mami me dijo que lo haces para molestarme, además, ¡Crecí mucho, ya no soy una niña! —Exclamó, molesta.

—Ya veo... Mamá es muy mala a veces. —El señor negó con la cabeza mirando a su hija, quien soltó una carcajada para después entrar a saludar a su madre. —Ven a darle un abrazo al abuelo. —Se inclinó, con una sonrisa, apoyándose en una pierna y abriendo los brazos. —Y tú también, YoonGi.

—¡Abuuuuuu! —La niña cambió de expresión totalmente a una de felicidad. Tanto ella como su amigo corrieron hacia el hombre y le dieron un gran abrazo. —Te eché mucho de menos.

—Yo también a ti. —Afirmó el hombre, sonriendo con ternura.

—¿Sabes que OonGi pasará las vacaciones con nosotros? —Preguntó Baek, curiosa, cuando se separaron.

—Ajá. —El señor le dio una palmadita en la espalda al más pálido. —Bueno, ¿Qué os parece si vamos a comer? Un pajarito me ha dicho que la abuela ha hecho bulgogi. —Susurró, como si fuese un secreto.

—¿¡Lo escuchaste OonGi?! —Preguntó la castaña, emocionada, el niño asintió. —¡Vamos, hay bulgogi para comer! —Agarró a su amigo por la muñeca, arrastrándole hasta dentro de la casa y recibiendo quejas por su parte, pues al parecer le había agarrado muy fuerte.

CheolSoo se levantó y negó con la cabeza, riendo levemente justo antes de entrar a su casa junto con su familia.

Mientras tanto, al otro lado de la carretera...

—¡HyoIn, casi manchas mi vestido! —Se quejó SeoWon, señalando la mancha de barro que había, por suerte, aterrizado en el suelo. —¿No puedes tener un poco más de cuidado? —Preguntó, frunciendo el ceño.

—¡Vamos, niña, no seas una quejica! —Se quejó la mayor, acomodando su sombrero de paja en su cabeza. —La próxima vez que vengas trae algo más adecuado, no un vestido blanco y unas bailarinas. —Miró con disgusto el ya no tan impecable y, probablemente costoso, conjunto de la niña.

—¡Es tu culpa por querer que les diese de comer a los animales! Yo no soy una niña de pueblo como tú... —Dijo con desprecio, cruzándose de brazos. —No pienso volver aquí, no sé ni por qué acepté venir.

—Bueno, pues yo no pienso invitarte nunca más. —HyoIn le sacó la lengua, seguidamente cogiendo el cubo de pintura y comenzando a andar. —Pero hoy estás aquí, así que vamos a comer porque luego tenemos que darles de comer a los cerdos.

—¿¡Cerdos?! —SeoWon abrió los ojos totalmente, tanto que casi dolía. —No me puedes llevar a darles de comer a esos animales sucios.

—¡Pues vas a hacerlo quieras o no! —Gritó HyoIn, ya entrando en la casa.

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