Día 5. Sadism/masochism

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Shiro llegó con la conversación ya iniciada, así que tardó en comprender lo que estaba ocurriendo. Lo único que sabía era que había ido a la cocina para beber un poco de lo que él había nombrado como "café alienígena" y había terminado con una especie de mejunje raro por toda la cara. Sí, exacto, la misma cosa rara verde a la que Coran denominaba comida.

  -¡Cobarde! -exclamó Lance.

  -¡Te partiré la cara como vuelvas a llamarme eso! -gritó en respuesta Keith, arrojándole al cubano un plato con restos del coso verde que, por suerte o por desgracia, logró esquivar.

  -¡Te agradecería que no intentaras matarme!

  -¡Intento matarte porque eres gilipollas!

  -¡Al menos yo tengo el valor suficiente para admitir que quiero hacer esas cosas con Allura!

  -¡Mis relaciones sexuales con Shiro están bien como están, gracias!

  -¿Cómo? -intervino el japonés, limpiándose la cara como podía.

  -¿S-Shiro? -Keith parecía anonadado-. ¿Qué haces aquí? Da igual, ven conmigo, tenemos que hablar.

  -Más te vale echarle un par -se burló Lance.

  -Más te vale a ti irte a la mierda -replicó el medio galra, arrastrando al mayor de los tres fuera de la sala-. Lo siento, eso de la cara... lo tiré yo.

  -No pasa nada. ¿Se puede saber por qué estábais en ese plan?

  -Bueno, ya sabes, cosas de Lance, tonterías. -El menor agachó la cabeza y se cruzó de brazos, no parecía tener ganas de hablar.

  -¿Te encuentras bien? -le preguntó Shiro, posando una mano en su hombro.

  -Es posible que ese idiota me haya tocado un punto sensible.

  -Keith, sabes que puedes confiar en mí, ¿tiene que ver con lo que le gritaste antes sobre tú y yo?

  -Shiro, yo... Estamos bien, ¿verdad?

  -Claro, ¿por qué?

  -No sé, es que... -El moreno posó la mano sobre la quel asiático mantenía en su hombro-. Lance dijo tantas cosas que empecé a pensar que a lo mejor te habías cansado de mí porque...

  -¿Porque?

  -Porque no soy lo bastante bueno en la cama.

  -¿Que qué? -rio el antiguo paladín negro-. Oh, Keith, tú eres buenísimo en la cama, nunca podría cansarme de ti, me encantas.

  -¿En serio?

  -Por supuesto.

  -¿Así que te da igual que no practiquemos -el chico bajó el volumen de la voz-, sadomasoquismo?

  -¿Qué?

  -Según Lance, aviva mucho la llama en la pareja...

  -¿Se puede saber desde cuándo te fías de que dice Lance? -Su amante no contestó-. Mira, hagamos una cosa, pequeño, nos cogemos una navecita y nos vamos a una sex shop espacial. Si nos gusta lo que vemos, nos aventuramos a un poco de BDSM espacial y si no, pues seguimos como siempre. Sea como fuere, nos aseguraremos de que Lance no pegue ojo en una buena temporada.

  -¿Sabes? Añadirle la palabra "espacial" a todo no lo hace ni mejor ni más erótico.

***

Cómo el japonés conocía la localización de una sex shop en un centro comercial alienígena era algo que el paladín rojo prefería seguir ignorando. Decidió pensar que había sido cosa de Coran y seguir viviendo como hasta entonces, convencido de que Shiro era el hombre, en cierto modo inocente, del que se había enamorado platonicamente hacía muchos años.

  -Vaya, pues no es tan diferente de las sex shops de la Tierra.

Y por ahí se iba todo su esfuerzo.

  -¿Así que ibas a sitios así con Adam?

  -Eh... Bueno, fuimos alguna vez a, ya sabes, comprar juguetes.

  -Conmigo nunca has usado juguetes.

  -¿Estás celoso? -interrogó el mayor, se percibía cierto tono divertido en su voz.

  -Teniendo en cuenta que la mayor parte de las cosas que hay aquí acabarían en mi culo... la verdad es que no. Ni pizca, de hecho. -Keith se quedó mirando a los artículos del establecimiento-. ¿Tienes idea de para qué sirven todas estas cosas?

  -Eh... Una parte. Eso de ahí, por ejemplo, es para bondage, y por allí tienes, bueno, fustas y látigos.

  -No sé si quiero preguntar para qué -dijo el mitad galra.

  -No creo que tengas que preguntar para qué. Mira, esta es la zona de las esposas.

  -¿Por qué hay tantos tipos distintos?

  -Bueno, estas atan piernas con brazos, estas otras atan todo el cuerpo como si fueran cintas de regalo, las de aquí unen muñecas y cuello...

  -¿Y qué es esto que parece una mordaza pero tiene como un pico de pato? -preguntó el moreno, no parecía muy a gusto.

  -Oh, es para... hacer mamadas -respondió algo incómodo el asiático-. Y antes de que preguntes, aquello sirve para estimular los pezones, aunque creo que duele un poco.

  -¿El objetivo del BDSM no es que duela?

  -Ya, bueno, también es verdad.

  -¿Lo que tiene ese maniquí es un corsé?

  -No exactamente. Como puedes ver, tiene una sujeción para el pene para que...

Cuanto más le explicaba Shiro sobre los productos que conocía de esa tienda menos ganas tenía de utilizar nada de eso. Al salir de ahí tenía muy claras dos cosas, primero que el sadomadoquismo no era para él, y segundo que Lance era el mayor gilipollas del maldito universo y pensaba hacérselo pagar esa misma noche. No serían innovadores en la cama, pero él pensaba gritar y gemir como nunca antes hasta el momento.

Kinktober [Sheith]Where stories live. Discover now