Día 10. Hair-pulling

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Keith hacía las mejores mamadas del universo, y eso era el secreto mejor guardado del capitán Takashi Shirogane. No se cansaba de ellas, alguna vez incluso llegó a pensar podría pasarse horas en cualquier parte con el chico haciéndole pasar el mejor rato de su vida. Hasta que al moreno se le terminó la paciencia y decidió tomar el control de la situación, desarrollando la fea costumbre de morder cuando su boca comenzase a doler o, simplemente, quisiese parar. No sucedió ni una vez ni dos que se detenía y Shiro le ponía ojos de cachorrito que no podía rechazar, retomando de nuevo el trabajo. No era culpa suya, era imposible decirle que no al japonés. Los dos lo sabían muy bien, uno sacaba provecho de ello y el otro, bueno, cumplía sus caprichos con cierto cariño. En esos momentos, de hecho, el mayor se encontraba en el séptimo cielo gracias al cariño del líder de Voltron. Estaban en el despacho que le habían asignado a Shiro con su ascenso, despacho al que, por cierto, sabían sacarle mucha utilidad. El de cabello cano estaba sentado en un cómodo sillón, con la piernas abiertas y el menor entre ellas, metido bajo el escritorio. El capitán gemía, procurando no alzar demasiado la voz, mientras enredaba los dedos entre los mechones de pelo del medio galra y tiraba de ellos. Entonces, cuando los suspiros del mayor empezaban a hacerse incontrolables, Keith llegó a la conclusión de que era el momento idóneo para morder lo más suave que pudiera. No debió tener mucho éxito, porque el antiguo paladín negro tiró de él por su cabello para que se alejara y puso mala cara.

  -Eso me ha dolido, ¿sabes?

  -Ya, bueno, a mí me duele la boca. Sabes lo que la mordida significa, se acabó el oral.

  -Te me has vuelto caprichoso -comentó Shiro, arrastrándolo por los cabellos hacia arriba.

  -¿Yo? Disculpa, eres tú el que se ha vuelto adicto a mis mamadas -replicó Keith, dejándose arrastras y tomando asiento a horcajadas de su pareja.

  -No es mi culpa que las hagas tan bien, eres realmente hábil con la lengua y... con todo lo demás.

  -Lo sé -dijo el menor, aferrándose también al pelo del japonés y tirando de este hacia sí-, tuve un gran maestro.

  -¿Sí? ¿Y cómo es él?

  -Oh, ya sabes, nada especial, solo el típico viejo asiático de los animes.

  -Y no me digas más, tú eras el típico protagonista descarriado que quería encontrar a alguien desesperadamente.

  -Vaya -rio el mitad alienígena-, ¿cómo lo has adivinado?

  -Intuición femenina -respondió, intentando ahogar una carcajada, el mayor- ¿Encontraste a quien buscabas?

  -Sí, cayó del cielo como una estrella fugaz.

Kinktober [Sheith]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang