Día 8: Dolor.

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"No puedes hacer eso, esta mal"

M

amá y papá siempre me decían lo mismo cuando me ponía a jugar con los animalitos de la calle. Nunca me dejaron estar con ellos en paz, que ya venían, tiraban todo a la basura y me mandaban a mi cuarto.

Mamá y papá eran malos conmigo.

Un día me lleve al perro del vecino a mi casa secreta en el patio que me construyó papá. Cuando dej perrito dormido en la mesa, pude empezar a jugar.

A mamá no le gusta que agarre sus cosas del hospital, pero las necesito más que ella.

Me acerqué a la bolsa que mamá siempre lleva, y agarré lo que ella decía que era un "bisturí", era muy puntiagudo y corta mucho. Así que fui hasta la mesa de vuelta y lo primero que hice fue clavarselo en el corazón.

¡Era muy divertido como salía la sangre!

Pero el perro despertó, no le di la suficiente dosis del líquido para dormir, no recuerdo como se llamaba.

Como era de esperarse, el perrito empezó a chillar y a llorar, yo lo agarré del hocico con una mano y con la otra quité el bisturí de su cuerpo, levante el brazo un poco y lo bajé de golpe clavándolo esta vez en su cuello.
Ahora el perrito se estaba ahogando con su propia sangre, y así estuvo unos segundos hasta que dejó de moverse.

Me alejé un poco de la mesa viendo como la sangre comenzaba a brotar del cuerpo del animal hasta el piso. Sonreí satisfecho con mi trabajo.

Pero ahí fue cuando llegó papá y me vio ahí, con el perro muerto sobre la mesa y yo manchado de sangre. Me agarró del brazo con fuerza y me sacó de ahí, arrastrándome por el patio hasta que llegamos a casa, frente a mamá, quien me vio horrorizada por como estaba.

Esa noche mamá y papá pelearon.

Hasta hoy duermen separados, papá en el sillón y mamá en su cama.

Pero a mi no me molesta, es más, me ayuda, porque hoy quiero jugar con ellos dos. El primero a quién fui a ver fue a papá, me había guardado el bisturí de mamá porque me gustó como cortaba.

Me acerqué a él mientras dormía en una posición no muy comoda, y sin dudarlo un segundo, le clavé el bisturí en el cuello como al perro. No me gustaba manchar mi pijama de cerditos, pero con el color rojo de la sangre quedaba bastante bien.

Cuando papá dejó de ahogarse, me llevé el bisturí para que tenga su debido encuentro con mamá. Con cuidado de no despertarla entré a su cuarto y me subi a su cama. Con ella quería ser más gentil, así que lo primero que hice fue clavarle el bisturí en el pecho. Mamá despertó y me miró, estaba en completo shock mientras yo mantenia mis manos en el objeto. Lo saqué de golpe manchando las sabanas.
Mamá después de eso se bajó de la cama agarrándose el pecho y gritó, yo me acerqué desde su espalda y le clavé el bisturí ahí.

Mamá era más débil que papá, así que podía hacer con ella lo que quiera. Una vez más, le quité el bisturí y se lo clavé en el hombro, y así, una y otra vez en todo su cuerpo a la vez que ella se arrastraba como un gusano hasta la puerta de su cuarto.

Era divertido ver como se retorcía del dolor.

Pero más divertido era verla sangrar, así que terminé por cortarle el cuello. Fue un corte tan fácil y limpio que parecía hecho por un cirujano.

Esta noche voy a jugar mucho con mamá y papá.

Fictober [2018]Where stories live. Discover now