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[4] Música vacía

Diario de Dean Kipling

Este día está mucho más soleado que el anterior. El chaparrón hizo que el transporte público enloqueciera por un momento largo, y muchos alumnos nos quedamos atrapados en las puertas de la escuela. No sé cómo habrá terminado mi conversación con el chico, ya que no tuve una respuesta suya en todo el tempo que pasó entre ese encuentro y hoy. Es una tarde que me hace querer seguir escribiendo en el patio de mi casa, pero no puedo quedarme demasiado tiempo aquí.

Un pequeño recreo no iba a estar de más, dije antes, pero estuve quince minutos de más recostado en el pasto.

Ya. Este año quieren incluir mas salidas recreativas para los estudiantes, ya que hubo varios que dijeron que los salones son un espacio demasiado cerrado para personas tan jóvenes. No puedo negar que es cierto, pero un lugar así hace que te disperses menos. De todas maneras soy el secretario, así que no tenía que aportar demasiado en ese asunto. Siento que el día que tuvimos realmente nos inspiró a todos.

Diario de Johann von Schäfer

Jodida mañana.

Tengo que intentar levantarme del lado derecho de la cama. No puede ser que esté tan acostumbrado a despertarme de tan mal humor. Ni siquiera puedo ponerme un despertador. No oigo. Duh. Es mi padre y mi madre quienes se turnan para levantarme y ocuparse de mi hermano, uno por vez. Como si fuera un niño pequeño tienen que acompañarme vistiéndome con la ropa del uniforme, como si en lugar de ser sordo fuera manco, o paralítico. Como cuando fuimos a cenar y me dieron un menú en braille. Creo que esa fue la última vez que comí afuera; a mi padre puede que le dé igual, pero mi madre no es tan feliz de tener un hijo sordo. No es que mi padre esté feliz. Pero aprendió a vivir con ello. No sé cómo, aunque quizá es más sencillo que estar sordo y aprender a vivir con ello. Dos años, y ni siquiera logro aceptar que no puedo oír, aunque las pruebas estén ahí. No oigo una mierda. Eso es cierto.

Agh, de nuevo. No soy una persona a la que le molesten las multitudes, porque no puedo darme cuenta que estoy en una. Pero esta mañana no dejaban de patear el asiento detrás de mí. La primera vez fue demasiado fuerte. Al poco tempo golpearon de nuevo, y creo que fueron ni cinco minutos que chocaron los pies otra vez. Para colmo, me di cuenta que no había nadie en el salón poco después, y apenas me levanté todos volvieron al salón como si se hubieran sincronizado para empujarme al suelo del aula. Perdí el equilibrio y terminé con mi espalda llena de tiza, no sé si fue suerte que mi cabeza saliera ilesa, quizá un golpe contra esa cosa haría que mis oídos funcionara de nuevo. Alguien me ofreció su mano, pero la ignoré; no sé por qué me tratan como un paralítico si puedo moverme, de nuevo. Ya todos estaban sentados para el momento en que llegué a mi pupitre.

No sé si será por mi piel excesivamente blanca (comparado con mi padre o mi madre, parezco un papel) o por tener ojos claros, pero nunca me gustaron los días de sol demasiado. Es demasiado fuerte para mí. Debe ser algo de la sordera que me hace sentir los olores más fuertes que las personas que sí oyen. Como un súper poder inútil. Tuve que cerrar las cortinas para ponerme a escribir. Es increíble lo fácil que se puede tapar la luz algo que viene desde algo tan brillante como el sol, con una cortina. De repente deja de estar.

Diario de Dean Kipling

La burocracia en esta escuela siempre me pareció muy sencilla. Hoy hemos presentado el proyecto de salidas a los directivos, y luego de llenar un formulario con la ayuda del profesor Somper conseguimos que nos autorizaran a informar a los cursos de estas medidas.

El anuncio que hizo el presidente me hizo pensar que había una persona que no iba a poder oírlo. A pesar de buscarlo entre la multitud, no llegué a ver su cabello despeinado entre todos. ¿Habría ido siquiera, ahora que lo pienso?

Me encontré con él mirando el tablón de anuncios. Fue un alivio que estuviera anotado allí, siendo que creí que lo obviarían al haber dado la charla. Eso, o no creí que lo pondrán tan rápido. Al tocar su hombro no sentí tanta hostilidad como la primera vez que intenté acercarme. Pregunté en voz alta si se había enterado de la medida, pero no tuve ni tiempo a darme cuenta de la estupidez que había dicho cuando él tomó el cuaderno de conversaciones y me lo extendió. No sabía si tenía que resultarme extraño o común que la última conversación que había anotado era la nuestra.

"¿Has ido a la reunión?"

"Me arrastraron hasta allá."

Ahora que lo recuerdo, si fue. Eso hizo que me extrañara el haberlo perdido.

"¿Qué te parece, entonces?"

"Una pérdida de tiempo. ¿De quién fue la idea?"

Su franqueza me sigue impactando aun en retrospectiva. Quizá sea más sencillo escribirlo que decirlo en voz alta...

"El consejo de estudiantes se puso de acuerdo. No creo que esté mal de vez en cuando."

"Los picnics me recuerdan a jardín de infantes."

"No solamente son picnics. ¿No te gustan los animales?"

"No." Tomó la libreta, cuando yo estaba a punto de escribir, para agregar otra cosa. "¿Para qué me estás preguntando todas esas cosas?"

"Curiosidad, ¿te molesta?"

"No dije que fuera molesto." Dudó un poco antes de escribir. Tomó el cuaderno de nuevo. "¿Es porque soy sordo?"

"No, no tiene nada que ver con eso, de nuevo." Su expresión no se calmo después de eso, pero su letra se veía más cuidada cuando anotó luego.

"Esta conversación siempre se centra en eso." En ese momento sentí el impulso de decir que es por él que nos pusimos a hablar de ese tema, pero me arrepentí de pensarlo. Sigo sin saber por qué fue eso.

"Entonces cambiemos de tema. ¿Te seguirá molestando si sigo haciendo preguntas?"

"Mi hobby es responder preguntas estúpidas." No pude evitar reír un poco cuando leí eso. Nunca conocí a alguien tan franco como él.

Música vacía [Gay]Where stories live. Discover now