2.

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"Cuando tu arrogancia te ciega, nada mejor que aislarte para doblegarte"

- Señor.

Eiji bajaba de su lujoso deportivo junto a sus hermanos, contemplo su hermosa mansión japonesa mientras Hojo su mejor guardián junto a él abría la puerta por la que había entrado Enma de la limusina. Ansioso al verla tumbada en el suelo con el vestido casi por encima de una de sus nalgas se volvió mirando a sus más de cincuenta cambiantes que los rodeaban viendo cómo se dispersaban ante su furiosa mirada.

- Perfecto, gracias por ocuparte de ser su chófer aquí, os tenemos en nuestros pensamientos para sucedernos, ¡Hideo!

Él no dijo más tras gruñir el nombre de su hermano, camino hasta la entrada de su lujosa mansión seguido de tres de sus hermanos mientras Hideo la cogía.
A su paso abrieron con leves inclinaciones puertas gigantes y altas hasta entrar a un inmenso salón que daba a una perfecta y hermosa charca rodeada de carpas koi.

- Vamos.

Mientras se iban desenfundando de sus corbatas, camisas y zapatos sintiendo sus pieles respirar de nuevo al estar desnudas caminaron a la primera planta seguidos por Hideo y la preciosa humana dormida sobre sus brazos. Accedieron a un pasillo largo rodeado de sus inmensos dormitorios hasta llegar a uno cerrado con llave. Eiji enredo en su muñeca hasta tocar en una pulsera una llave de oro puro y le abrió a su hermano para que la dejara en la cama, éste la dejo lentamente sobre el mullido colchón y la cubrió con una sábana quedándose unos segundos colocando un mechón suelto de su largo cabello detrás de la oreja de ella, salió y volvió a cerrar. Mientras Eiji enredaba en un lado de la puerta subiendo la temperatura de la calefacción hasta una agradable para que pudiera dormir sin sentir en absoluto frío alguno, finalmente todos miraron sus móviles, habían conectado las cámaras a ellos, para verla constantemente.

- Hasta mañana Enma.

Eiji sonrió a la pantalla.

- Dulces sueños.

Hikaru completamente serio entro en su dormitorio. Por fin la tenían, la necesitaban al igual que ansiaban tenerla para ellos y escondida, nunca la encontrarían aquí, hasta que no la tuvieran totalmente entregada no la dejarían libre ni un segundo. Por fin podían dormir tranquilos una noche, sabían que era una humana que no se amilanaba por nada, no temía nada, odiaba el contacto con los humanos, él había estado los segundos antes de que saliera a la pasarela cerca de ella, había conseguido rozar sus cabellos con las yemas de los dedos, había intentado hablar con ella, pero sólo había conseguido que lo ignorase y en la pasarela ella no había movido su rostro y menos sus ojos para mirarlos, pero ni a ellos ni a nadie allí presente.


ENMA.

Cuando Enma se despertó observo con los ojos confundida todo mientras lo sucedido volvía a su mente, asustada ante los recuerdos gimió agarrando la sábana que estaba sobre su cuerpo. Se sentó respirando a punto de colapsar y tiro de la sábana lejos de su cuerpo, se observó detenidamente y comprobó su cuerpo con manos temblorosas. Se tocó toda la barriga mientras sentía las lágrimas comenzar a salir por sus ojos, subió su falda y miro sus muslos suspirando algo tranquila y miró alrededor de la habitación algo más tranquila. Se sentó a un lado de la cama comprobando que estaba bien, que no se iba a marear, se alzó en sus pies y camino hasta la puerta principal, intentó abrir sin conseguir nada y observo la puerta con una pequeña puerta debajo como la de las mascotas, le dio un poco con el pie, pero nada, no hizo ningún movimiento, volviéndose para mirar a su alrededor se fue hasta otra puerta viendo un váter que utilizó deprisa por si venia alguien y se aseo un poco.

- ¿Hola?

Eiji estaba con sus hermanos en el gimnasio sudando la gota gorda, levanto unas pesadas mancuernas, tenía todo su cuerpo apoyado sobre el respaldo de un asiento especial, estaba siguiendo los ritmos de la música al igual que sus hermanos hasta sentir que sus brazos ardían de dolor y se quedaban pulsando con fuerza la sangre por sus venas, dejo las mancuernas a un lado mientras se dejaba caer mirando hacia el techo entre jadeos pesados. El sudor recorría toda su piel repleta de músculos perfectamente trabajados, tener a su compañera cerca, ese pensamiento le hizo gruñir ruidosamente y querer hacer más ejercicios, abrió los ojos y vio a sus hermanos a su alrededor al igual que él llenos de deseo equiparable a suyo mismo, tratando de agotarse con ejercicios fuertes.

Sumisa de cinco dragonesWhere stories live. Discover now