9.

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Negando vio cómo su hermana estaba en un lujoso bar tomándose una copa junto a tres tipos como los Dragón, al vaciarla no pudo hacer más que caer de medio lado sobre los brazos de uno que respiraba en su cuello y la cargaba entre sus brazos

- No, por favor.

La soltó dejándola caer, lo vio apagar el teléfono y dejarlo caer en la cama mientras caminaba hacia una enorme pala llena de clavos sin punta. Con la otra mano cargo unas bolas grandes.

- ¿Sabes lo que es esto?

Ella estaba totalmente asustada.

- Tranquila, tranquila, no te estoy haciendo nada malo, ni te he hecho ¿verdad?

Ella no dijo nada, los ojos de Hiro se volvían grises, estaba calmado, intentando relajarla.

- Ya está, vamos.

Él tiro unas bolas chinas al suelo junto a la pala y la cargo en brazos.

- Vamos a bañarte hermosa.

Antes de levantarla ella rompió a llorar.

- ¿Qué os he hecho yo para merecer todo esto que me estáis haciendo?

Ninguno dijo nada, Hiro la subió a su dormitorio y la intento bañar pero ella se zafo.

- Dejarme en paz.

Todos salieron dejándola en el baño dentro de la bañera llena de agua y cerrando la puerta, se echó a llorar en silencio, hasta que soltó unos sollozos ahogados en lágrimas que no la dejaban respirar. El agua estaba enfriándose demasiado, pero no podía moverse, la puerta se abrió de golpe mientras Hideo se lanzaba a sacarla y echársela en los brazos tapándola con una toalla que le dio Hikaru.

- Ya está, tranquila.

La abrazo tan fuerte y cariñosamente que la reconfortó mucho, tanto que se quedó dormida en sus brazos, pero de la nada escuchó un ruido sonó tan fuerte que la hizo despertarse asustada y abrazarse a Hideo.

- Dejarme salir de aquí, quiero volver a mi vida.

Gruñendo con fuerza él negó.

- No podemos dejarte ir, podemos darte más libertad por la casa si quieres.

Enma negó.

- No, te lo ruego, déjame marchar.

Dai cogió otra toalla y le secó el pelo y la levantó de manos de Hideo y Eiji la cogió llevándola a la cama.

- Ve acostumbrándote, te dejare la puerta abierta, tienes ropa ahí, arréglate y baja a cenar, te has saltado la comida, no queremos que tu cuerpo pierda ningún gramo.

Enma miró la puerta cerrarse y se secó el resto de lágrimas que caían, sus tripas rugían ansiosas, miro la tela y pinturas con una nota encima:

Ponte guapa para nosotros.

Media hora más tarde estaba rodeada por cinco miradas fijas en ella, mientras bajaba las escaleras y para su sorpresa ellos también se habían arreglado con pantalones de pinza y camisas o polos, sus dos manos fueron cogidas, una por Hideo, otra por Hikaru y de nuevo por Hiro y Dai hasta que Eiji cogió las dos juntas y las besó.

- Vamos a cenar.

Demasiadas preguntas seguidas por órdenes que tuvo que contestar la mantenían ansiosa, no sabía si deseaba algo que en el fondo de su cuerpo se estaba formando y haciéndola encenderse como las llamas de un fuego lleno de hambre. No toco nada, ellos le daban todo mientras mantenía los dedos de las manos juntos bajo la mesa, retorciéndolos, solo miraba y probaba comida que en su vida había visto, no quería decirles que no, pero su boca ansiaba soltar la palabra y su cuerpo ansiaba que la castigaran, tirar todo al suelo y tirarse en la mesa, subirse la falda y rogar que hay mismo la follaran, suspiró como pudo, pero cinco dragones adictos a su olor sabían que su excitación estaba escalando a más y más altura por momentos, estaban esperando que pidiera algo, pero ellos estaban para reventar, bajo las mesas sus pollas pulsaban un poco de crema brillante y trasparente, estaban preparados.

Sumisa de cinco dragonesWhere stories live. Discover now