8.

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Ella corrió hacia el bosque sin mirar atrás mientras una alarma sonaba por todo el complejo. Rato después no sabía cuánto llevaba corriendo, le ardían los pulmones, un ruido la hizo girarse sin parar la marcha, pero siguió corriendo, llego a un claro del bosque escuchando el ruido de alas de unos grandes pájaros moverse y la cruzo más deprisa aun llenándose de barro los pies, resbalándose varias veces, miró al frente llegando a una gran casa y cuatro hermanos de los Dragón furiosos estaban delante cruzados de brazos, intento volver para atrás, pero la cogieron por detrás.

-Ahora mismo nos vas a explicar cómo has llegado hasta aquí.

Era Eiji, la había rodeado con sus fuertes y trabajados brazos sin impedirla poder moverse.

- ¡Dejarme!, ¡Auxilio!

Eiji gruño, con tanta fuerza que Enma trago.

- Trae la sábana joder, estas hecha una puta mierda, mírate, maldita sea.

Ella miro el corto vestido roto, mojado y manchado, sus muslos llenos de barro y sus pies peor aún.

- ¡Suéltame!, gilipollas.

Él la presionó más fuerte contra su cuerpo aspirando en su cuello.

- Nunca.

La envolvió en la sábana y se la arrojó al hombro como si no pesara nada, camino hasta la carretera, donde una furgoneta los esperaba con un amigo que ni miró y ni tan siquiera habló.

- Ahora vas a saber lo que es de verdad ser sodomizada, te vas a pasar el día enteró atada y nunca volveremos a confiar en ti.

Entraron por la puerta de la inmensa casa, ella ni respiraba de lo nerviosa que estaba, subió las escaleras destrozadas por golpes que habían recibido y vio varios inmensos agujeros atravesando las paredes del pasillo hasta donde los dejo durmiendo que la hizo temblar, llegaron hasta el baño, la tumbo en la bañera tirando de la sábana seguido de sus hermanos.

- Tienes diez minutos, aprovéchalos como te dé la gana.

De un inmenso portazo salió y lo escucho soltar un inmenso rugido que la hizo tiritar de miedo.

- ¿Cómo coño no nos hemos enterado?

Eiji miró la hora en su flamante móvil y salió mirándola a través de él.

- Preparar la habitación, en una hora, la quiero lista.

Enma se lavó a toda prisa como pudo, salió y busco un tapón para el lavabo, no iba a pasar sed hasta que quisieran darle agua de nuevo, pero cuando lo puso y dio, no había agua, salvo unas gotas que se agachó para tomar. Ellos la habían cortado desde fuera al ver lo que iba a hacer, volvió a intentarlo tres veces y nada. Salió tapándose los pechos y una cama sin ropa y fría la esperaba desafiante, miró el asiento del baño, pero no, se fue a la helada cama y se tumbó sobre una mano intentando no dormirse, pero cayó rendida.
Unas manos la tocaron y se intentó incorporar corriendo, no pudo, una luz la cegó, estaba en otro lugar, miro a su alrededor y no pudo más que quedarse boquiabierta    

-Enma.

A los pies de la cama los hermano dragón la miraban sin apartar la mirada roja sangre de ella.

-¿Porque te fuiste?

Ella los miró con una lágrima fugitiva cayendo por una de sus mejillas.

- No, no lo sé.

Suspirando Eiji se tocó el puente de la nariz con las yemas de sus dedos.

- ¿Porque no lo sabes?, ¿Querías jugar?

Hideo se sentó a los pies de la cama, mirando hacia el techo, negándose a si mismo que así fuera.

-¿No disfrutaste?, ¿Te llegó a gustar verdad?

Enma asintió bajando la mirada.

- Sí, mucho.

Se mordió los labios observándolos a todos.

- ¿Entonces por qué?

Dai se puso a un lado de la cama.

- Perdonarme, por favor.

Enma sollozó, se sentía mal, dolida, podía sentir el dolor que les había causado.

Sumisa de cinco dragonesWhere stories live. Discover now