3.

23.8K 848 23
                                    

Enma se tragó esas palabras lanzadas como púas. No las había esperado.

-Yo no soy sumisa.

La mirada desafiante de ella los hacia sonreír.

-No hace falta que lo digas princesa.

Hiro le guiño un ojo.

-Nunca me tendréis.

Enma apretó los dientes mirándolos desafiante.

-No tenemos prisa, puede ser hoy, mañana, dentro de un mes, de dos, de un año, más, todo depende de ti.

No podía creer lo que estaba escuchando.

-Pe, pero me buscaran, sabrán que cene con vosotros.

Enma paso un segundo por su mente el recuerdo de su hermana Camila, ella lucharía hasta encontrarla, mirando hacia abajo podía ver que para nada podría escabullirse de la improvisada jaula donde estaba, sus pechos casi rozaban la mesa, si se bajaba solo conseguiría que chocaran contra esta con su barbilla.

-¿Quién?, nadie nos ha visto contigo.

Volviendo su mirada hacia Hikaru apretó los labios.

-La camarera, él chef.

Los hermanos negaron.

-Nunca te encontraran.

Enma titubeó, abrió los labios y los cerró varias veces, tratando de decir algo, tratando de pensar algo.

-Quiero marcharme, ¡Ahora!

Ella tiro fuerte su cuerpo hacia abajo tratando de escapar sin conseguir nada.

-Dejarme marchar, no diré nada. Lo prometo, olvidaré todo.

Enma trato de rogar mirando a los cinco hermanos en diferentes posturas, poniendo pucheros con sus labios, arrugando el ceño.

-Todo lo que intentes fracasará y tus suplicas no servirán, ve haciéndote a la idea Enma, vas a estar aquí hasta que nos aceptes a los cinco.

Furiosa, siseo mirando con rabia a uno de ellos.

-¡Qué te jodan!, ¡Gilipollas!, ¡Imbécil!, ¡Que te jodan!, ¡Que os jodan!

Ella seguía haciendo fuerzas, mirando a todos, insultándolos mientras sus pechos botaban sobre la mesa.

-Tú serás la jodida por nosotros y me llamo Hideo.

Enma tenía las mejillas teñidas de rojo, apretó los dientes furiosa mirándolo.

-Me la sudas, tú y tú estúpido nómbre me la sudáis, ¡Gilipollas!

Hideo bajo la atenta mirada de ella dio cuatro zancadas hasta ponerse al lado de su silla y la sacó de la mesa.

-¿Tú tienes polla?

Él la inclino sobre la mesa alzándola, haciéndola colgar de ella sin poder tocar el suelo con los pies, con una mano sin apenas esfuerzo, bajo su mano hasta sus diminutas braguitas,  acariciando sus pequeñas nalgas, metió su mano dentro del suave material, la sintió apretar sus piernas con fuerza, pero metiendo una de sus piernas entre las suyas la hizo abrirse, acaricio su ano viéndola mirarlo de medio lado boquiabierta, bajo más su toque, con sus dedos gruesos y acarició su vagina pellizcándola, dibujando su carne, ella intentaba zafarse, pero él la cogió de un hombro recostándola de nuevo en la fría superficie mientras pellizcaba y retorcía su clítoris lentamente haciéndola jadear.

-No la encuentro, a ver, un momento, tal vez está escondida por esta cueva.

Haciéndola jadear le introdujo su dedo corazón en su apretada vagina mientras se inclinaba sobre ella besando su cuello.

Sumisa de cinco dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora