Capítulo 3

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A/N: Perdóooon. No era mi intención haceros esperar un mes entre una actualización y otra, pero os juro que no sé cuándo se ha pasado noviembre. Solo he sido consciente de un día de todo el mes, el resto ha sido como si no existieran.

No ha sido bonito parpadear y darme cuenta de que tengo los exámenes finales ya en una semana así que vengo por aquí para distraerme de la realidad.

***

Beca mira la hora en el móvil con mal disimulada impaciencia, comprobando que todavía le quedan seis minutos de su descanso de diez en la emisora.

Suelta un suspiro de alivio cuando el señor que tiene delante en la fila del Starbucks termina con su interminable pedido y es su turno frente al mostrador. El barista parece agradecer que las bebidas que caen de labios de Beca sean solo tres y fáciles de hacer.

- Así son 15 dólares y 13 peniques – le informa tras teclear en la pantalla táctil.

Beca asiente y deja un billete de veinte en el mostrador. Recibe el cambio y se asegura de que esté correcto, descontando la propina, de camino al punto de espera para recoger los tres cafés: uno para ella, otro para Luke, y otro para John, el hombre de la entrada.

Hoy es el día libre de Jesse, de modo que no hay café para él y Beca está mucho más relajada que de costumbre.

Mete las manos en los bolsillos traseros de sus pitillos y deja que su mirada recorra de manera distraída las decoraciones de Halloween que un encargado de Starbucks está sacando de una caja con manchas de humedad.

Personalmente, Beca considera que el 27 de septiembre es demasiado pronto para empezar con Halloween, pero ya sabe cómo funcionan los comercios. El 1 de noviembre quitarán las calabazas y las sustituirán por Rudolph y un árbol de Navidad.

Mientras espera a que llamen su nombre, deja que su mente divague. Se da cuenta de que septiembre ha pasado mucho más rápido de lo que ella había temido durante esas primeras semanas.

Tuvo la sensación de que los días se iban a alargar, como si no quisieran pasar y desaparecer. Estaba convencida de que las horas iban a ir lentas, como si tuvieran las uñas clavadas en el suelo y las arrastrasen todo el recorrido en contra de su voluntad.

Creía que cada día de trabajo en la emisora junto a Jesse, cada mañana madrugando para ir a clase a las ocho de la mañana cuando todavía ni el sol había salido a esas horas, iba a ser un auténtico suplicio.

Pero, afortunadamente, estaba equivocada.

Para cuando se ha querido dar cuenta ya está a finales de septiembre y, aparte de ese pequeño tropiezo del principio por culpa del reloj y la crisis consecuente, el mes no se le ha hecho tan cuesta arriba como preveía.

Admite que lo de aparecer por clase a las ocho de la mañana es un arte que todavía no tiene del todo perfeccionado, pero trabajar en la emisora por las tardes no es tan horrible como parecía en un principio.

Luke tiene, sorprendentemente, muy buen gusto en música. La mente de Beca se abstrae y entretiene durante las tres horas buscando ritmos que encajen con los que suenan en el aire. Y, las pocas veces que el británico no está metido en la cabina, es un buen contrincante con el que debatir sobre música.

Beca siente un escalofrío de placer recorrer su cuerpo cada vez que Luke emite alguna de las canciones de las que ella le ha hablado.

Aunque también es consciente de los celos de Jesse.

No está sorda, y Jesse tampoco se molesta mucho en ocultar el tono cortante con el que responde a su jefe, o cómo le juzga cuando le pide que vaya a comprarle una hamburguesa para comer varios días seguidos.

00:00:00Where stories live. Discover now