Capítulo 1. Extranjero

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Woollim es una de las preparatorias más prestigiosas del país; no cualquier adolescente es admitido. Se necesita, en primer lugar, tener padres millonarios. Y pese a que a Woo Hyun no le importa todo el dinero que posee su familia, está dispuesto a seguir los mandatos de su progenitor con tal de que el hombre cumpla la promesa que le hizo hace ya muchos años.

Al terminar su corta rutina de ejercicios para el calentamiento, Woo Hyun exhala una gran bocana de aire, y se acomoda atrás de la marca que yace en el suelo de esa larga pista para correr, en el campus de la escuela, donde cada mañana entrena antes de que el sol salga.

La leve neblina comienza a disiparse con los primeros rayos del sol al momento de que da la primera zancada. Al principio lo hace con calma. No debe forzar sus músculos cuando sólo está practicando. Sería desastroso si termina lastimándose. No obstante, a los cinco minutos de haber iniciado su carrera, él aumenta un poco el ritmo y sus pantorrillas se tensan. Woo Hyun está alcanzando su máxima velocidad y eso lo satisface. Ha mejorado mucho sus tiempos en los últimos meses.

Él tiene una buena condición física, después de todo, es el alfa campeón de la carrera de velocidad de las olimpiadas anuales de la escuela, y debe mantener su título (más por orgullo que por cualquier otra cosa), así como sus excelentes calificaciones. Porque su padre siempre le ha dicho que es un bueno para nada, y por eso se ha empeñado en demostrarle que se equivoca totalmente.

Sus oscuros cabellos se agitan con cada metro que recorre y las gotas de sudor caen de su amplia frente mientras piensa que, de nuevo, se llevará el primer lugar en la próxima competencia. Una confiada sonrisa se dibuja en sus gruesos labios al pensar en el maravilloso trofeo que ganará.

Repentinamente, un sutil y dulce aroma choca contra sus fosas nasales. Woo Hyun arruga el entrecejo y, segundos después, un muchacho que nunca ha visto antes lo sorprende cuando lo rebasa.

Y se descoloca al verlo avanzar al mismo tiempo que le mira la espalda con los ojos bien abiertos. Casi no puede creer que ese chico esté corriendo más rápido que él. No hay nadie en toda la escuela capaz de superar su magnífica velocidad. Ni siquiera Sung Yoon ni Jang Jun han podido hacerlo. No importa las veces que lo han intentado; no importa lo duro que han entrenado.

Woo Hyun arruga la frente de nuevo y, en lugar de bajar la velocidad, tensa más sus piernas para tratar de alcanzar al desconocido, pero, por más que corre con todas sus fuerzas, no logra ponerse a su altura.

Depués de unos minutos, Woo Hyun ha alcanzado su límite y decide detenerse. Nota con molestia y frustración que aquel sujeto sigue avanzando sin problemas. Y se pregunta cómo es que ese 'niño' ha sido capaz de ganarle si, su olor y su delgada complexión, claramente le gritan que es un omega. Y es bien sabido que ellos no tienen la resistencia ni la fuerza física para ganarle a un alfa en competencias de este tipo.

Cuando ha descansado un poco, Woo Hyun decide regresar a su habitación, intentando olvidar lo que acaba de suceder en la pista, aunque le es un poco difícil aceptar que ha sido superado por un omega, por eso cree que se trata de un error. Incluso piensa que sólo lo imaginó. Ha entrenado durante demasiado tiempo como para que, de un día para otro, haya aparecido un completo extraño que lo ha vencido en su mejor momento.

El alfa bufa por lo bajo y, con una burlona sonrisa que se dedica a sí mismo, abre la puerta de su habitación, encontrando a su compañero Sung Yeol sentado en la cama y con algunos libros en la mano.

—¿Y esa expresión malhumorada? —inquiere Lee cuando ve a su compañero entrar—. ¿Te sucedió algo en la pista?

Aquella pregunta hace que Woo Hyun se estremezca, empujándole a recordar lo que pasó. Y su frustración empieza a crecer otra vez, pero no piensa decirle a Sung Yeol sobre ese extraño chico omega y la vergonzosa forma en que lo superó corriendo.

Aún sigue creyendo que fue producto de su imaginación.

—No.

Sung Yeol frunce el ceño, pero se encoge de hombros y ya no insiste, no obstante, el amargo olor que desprende Woo Hyun dice lo contrario. Con los años, Lee ha aprendido que no debe presionar a su amigo para que le diga las cosas, eventualmente, pues él le dirá lo que sucede por sí mismo y todo terminará bien, así que no hay de qué preocuparse. Se conocen desde niños; su amistad ha sido larga y duradera.

—Buenos días, jóvenes —dice el profesor una vez que entra al aula para iniciar la clase.

Todos los muchachos se ponen de pie y le ofrecen una educada reverencia al mismo tiempo que responden el saludo.

—El día de hoy me complace presentarles a un nuevo compañero que viene de Japón. Por favor, sean cordiales con él —pide el hombre mayor amablemente antes de llamar al muchacho que está tras la puerta.
    
El joven desconocido camina hacia el frente de la clase y los demás chicos lo miran con atención. Hace tiempo que nadie nuevo llega a la escuela, aunque no es extraño que alguien empiece a mitad del ciclo escolar, después de todo, Woollim es una de las mejores y más importantes preparatorias para 'niños' ricos del país.
    
—Preséntate, por favor —le anima el profesor.

El joven asiente un par de veces con un semblante serio, pero agradable.
    
—Soy Kim Sung Kyu y tengo diecisiete años. Es un placer conocerlos —dice, un tanto estoico, y los muchachos lo continúan observando con curiosidad.
    
Sung Kyu es un lindo omega de cabello cobrizo, complexión delgada y piel blanca. Los alfas en el aula lo miran con interés, pero Woo Hyun lo ve con desconcierto antes de estrechar los ojos, porque ese chico nuevo es muy similar al corredor de esta mañana, incluso puede decir que su olor es parecido a aquel omega que fue capaz de superar su grandiosa velocidad. «No. Eso es imposible», piensa al cruzar sus ojos con los del recién llegado por un par de segundos.
    
—Bien, Sung Kyu. ¿Qué te parece si te sientas en la primera fila? —menciona el profesor, señalándole un asiento vacío, precisamente al lado de Woo Hyun.

El omega asiente y se acerca al lugar, dejando los libros que lleva en sus delicadas manos sobre la mesa antes de tomar asiento. Woo Hyun lo mira de reojo y arruga las cejas un poco más.

—Ahora, les entregaré sus ensayos ya calificados. Debo felicitar a la mayoría; hicieron un buen trabajo —prosigue el profesor.
    
—Hola, ¿cómo te llamas? —le pregunta de pronto Sung Kyu a Woo Hyun, haciendo que el alfa gire el rostro para verlo.
    
—Soy Nam Woo Hyun —responde, y sus palabras suenan un tanto cortantes.
    
—Tú eres el chico que corría esta mañana en la pista, ¿verdad?
    
Y como si el omega hubiera encendido la mecha de un cartucho de dinamita con sus palabras, Woo Hyun siente que la furia y la frustración explotan en su pecho.
    
—¡¿Eres tú?!
    
—Sí. Y me sorprende que corras tan rápido, aunque, no tanto como yo.
    
—¡¿Qué?!
    
Woo Hyun lo mira con los ojos impregnados de enojo y si no fuera porque están en el salón de clases, es seguro que ya lo hubiera tomado del cuello para azotarlo contra la pared y así borrar esa sonrisa presumida de su pálido rostro.
    
—Yo soy el corredor número uno del colegio, y soy el campeón de las olimpiadas anuales —se jacta Woo Hyun.

Sung Kyu le muestra otra burlona sonrisa.
    
—Ah, ¿sí? Pues, tal parece que ya no lo serás más.
    
El alfa le enseña su par de filosos colmillos, pero aquello no parece causar ninguna reacción en el omega. Al contrario, Sung Kyu se ve tranquilo y confiado, sobre todo cuando el profesor llega hasta el lugar de Woo Hyun y le palmea el hombro con suavidad mientras le entrega su ensayo.
    
—Felicidades, joven Nam, su trabajo es el mejor de la clase —le hace saber el hombre con tono orgulloso—. Y me alegra que usted y el joven Kim ya se estén conociendo. ¿Puedo pedirle que le muestre la escuela? Y tal vez también pueda prestarle sus notas para que se ponga al corriente con las clases —menciona, volviendo a palmear el hombro del alfa—. Estoy seguro que al joven Nam le encantará ayudarlo, joven Kim.
    
—Eso sería estupendo, profesor —dice el omega, cambiando totalmente su sarcástico semblante por uno serio y respetuoso.
    
—Perfecto. Entonces, lo dejo a su cuidado, joven Nam —decreta antes de regresar a su escritorio.

Woo Hyun entrecierra los ojos, deseando prenderle fuego a la linda cabellera de Sung Kyu con su mirada al mismo tiempo que parte en dos el lápiz nuevo que sostiene con su mano.

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