»Día/Mensaje 31«

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Lunes, 4:35 pm.
Escuela.

Sus manos sudaban, intranquilas. Miraba el piso, esquivando con fuerza los ojos cielo de quien caminaba junto a él, sonriendo a todos los que pasaban por su lado.

Ryan conocía a todos. Era el chico más dulce y agradable de la preparatoria. Podía hablar con los de cualquier grado con total libertad, totalmente diferente a él.

–¿Qué haces con un perdedor como él, Jones? –escuchaba a los verdaderos matones de la escuela cuando se acercaban a hablarle, mientras Max se quedaba atrás, intentando respirar con calma. 

–No lo llames así, es un buen chico.

Sus defensas lo hacían sonrojarse. Era tan tímido al tenerlo cerca. Y es que Ryan era el ideal perfecto para enamorarse. Todos lo sabían: no había persona en la escuela que no hubiese caído por él alguna vez.

Cuando lograron salir del recinto, se dejó guiar por las calles que el otro indicaba, a veces tocando su espalda para hacerlo doblar o notar algo en el camino.

–He caminado por aquí toda mi vida. Estoy seguro que si me hicieran llegar a ciegas a casa, lo haría sin problemas.

–¿Siempre has vivido en la ciudad? –se atrevió a preguntar.

–Desde que nací. ¿Qué hay de ti?

En cuanto sus ojos se encontraron, el más alto bajó la mirada.

–Llegamos cuando cumplí los once. Mamá creyó que sería un buen regalo de cumpleaños –ironizó. La risa que endulzaba sus sueños llegó a sus oídos.

–Lo siento por eso, amigo.

No grites, no grites, no grites...

–E-está bien, fue hace mucho tiempo.

–Ahora que lo pienso, te conocí en sexto grado. Llegaste junto con Brunce, ¿no?

–Con Leah, sí –sonrió.

–Por eso son tan amigos, puedo suponer.

–Nos hicimos bastante unidos los primeros años, ahora es mi mejor amiga.

–Ya veo.

Lo hizo doblar una última vez y estuvieron frente al pórtico de la, asumía, casa del castaño.

–Adelante, siéntete cómodo, por favor.

Tomó asiento en uno de los sofás de la sala y suspiró. Miró a su alrededor y notó lo pequeña que ésta era, como la suya. Consistía de dos plantas: la recepción, el comedor y la sala en la primera, por lo que suponía que todas las habitaciones se encontraban arriba. En las paredes había colgadas algunas fotos que desde donde se encontraba alcanzaba a divisar con claridad. Sonrió al ver a Ryan de pequeño en una de ellas, usando traje de baño y flotadores.

–¿Quieres algo para beber, Max? –escuchó a sus espaldas. Volteó y asintió tímidamente–. ¿Jugo te parece bien?

–Sí.

–De acuerdo. Puedes sacar tus cosas, enseguida estaré contigo.

Volvió a asentir y se sentó en el piso frente a la baja mesa de centro. Abrió la mochila y sacó su cuaderno de ciencias, junto a un lápiz y su teléfono celular. Revisó un segundo sus notificaciones, respondiendo dos conversaciones antes de revisar el nuevo mensaje del día.



"Hola, jirafa:

Te vi salir con Ryan Gosling hoy. Eres la envidia de todos sus fans. Suerte en tu cita.

Hola, JirafaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora