»Día 60«

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Viernes, 12:15 pm.
Escuela, cafetería.

Luego de dar un largo trago a su café, finalmente se enfrentó a las miradas enfadadas del par frente a él. Suspiró y les entregó la suya.

–De acuerdo, uno a la vez.

–¿¿Eres tonto o qué?? ¡El hombre de tus sueños se te declaró y no haces más que ignorarlo!!

–No es el hombre de mis...

–¡Te ha mandado mensajes ignorando tu obvia indiferencia y le dejas en visto!

–Yo no soy...

–¡Incluso sus amigos tratan de hacerlo darse cuenta de la situación pero él insiste!

–No se lo...

–¡Sigue escribiendo "Hey, Max" y "Dess" al principio y al final de cada texto pese a que sabes quién es! ¿¿Qué tan tierno es eso??

–Robbie, eso no tiene nada...

–¿¿Por qué si te gusta no se lo dices de una vez??

Cerró la boca. El bombardeo de sus amigos lo había dejado sin respuestas coherentes. 

Era cierto cada uno de los argumentos que le habían dado. Dessmond no se había rendido pese a su constante rechazo. Cada vez que coincidían en el pasillo, notaba como su rostro se iluminaba al verlo, tal vez con una pizca de esperanza en ellos; la cual desaparecía al instante en que seguía su camino, sin siquiera voltear a verle.

Y es que, sinceramente, no podía responder a lo que le había dicho.

No podía decirle que no le gustaba, porque estaría mintiendo. 

No podía decirle que también le gustaba, porque estaría dándole la llave hacia el camino que, probablemente, rompería su corazón en cualquier momento.

Y no se sentía capaz de volver a armarlo por sí solo.

–Porque tengo miedo.

Observó con atención ambos de los rostros, esperando sus reacciones.

–Tengo miedo de que me falle, de que yo le falle –continuó–. Me aterra decírselo porque no quiero ser vulnerable ante nadie. Si alguien más se llegase a enterar, lo más probable es que...

–¿Qué? –lo animaron a seguir.

–Que lo empiecen a acosar igual que a mí.

–¿No te le declaras porque temes que los bullies lo persigan? –dijo Robbie– Créeme, amigo, Dess prefiere cien veces que le correspondas y ser golpeado, que llevarse bien con Harry pero nunca haber conocido tus sentimientos.

–Tiene razón. Max –Leah tomó su mano sobre la mesa–, es de tu felicidad de lo que estamos hablando, no solo la de él. Sabes que lo quieres. Puedes negárnoslo todo lo que quieras, pero no te puedes mentir a ti mismo. Deja de hacerlos sufrir a ambos y habla con él.

Miró a la pelirroja a los ojos. Eran cafés; no había cambiado su forma de mirarlo desde que se conocieron. Siempre le decían la verdad, aunque a veces la chica intentara ocultarla. Siempre brillaban para él, igual que ahora. 

Sonrió débilmente.

–Lo voy a pensar..

La pareja puso los ojos en blanco.

–Como quieras. Solo recuerda –el rubio hizo una pausa– que el corazón de Dessmond es sensible, tal vez incluso más que el tuyo.


*


Viernes, 3:30 pm.
Escuela, salón de ciencias.

Hola, JirafaWhere stories live. Discover now