»Día/Mensaje 44«

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Lunes, 10:45 am
Escuela, pasillo.

–Solo digo que es mejor ir a comer que al cine.

–¿Por qué? El cine es mil veces mejor.

–Pero fuimos hace poco. Cumplan mi capricho y cambiemos de planes, ¿sí?

Max caminaba junto a sus amigos completamente ajeno a la conversación que llevaban. Estaba cansado. La noche del sábado se había dormido pasadas las cinco de la mañana y el sueño lo acompañaba aún dos días después. Pero había ganado el reto, que era la mejor parte.

–¿Y tú, Max?

–¿Qué? –despaviló.

–¿Cine o comida?

–Eh, cine –miró su celular.

–¡Te lo dije! –exclamó Robbie, apuntando burlonamente a su novia.

–De acuerdo –suspiró molesta–. ¿Qué piensan ver?

–Una de acción, por supuesto. ¿Verdad, Max? –codeó a su amigo.

–Claro, claro –contestó sin prestar atención.

–Hey, ¿estás escuchando? –quitó el aparato de entre sus manos, capturando su mirada. El más alto suspiró, mirándolos antes de pasarse las manos por el rostro.

–Lo siento. Estoy en las nubes últimamente.

–En las nubes con este chico, claramente –respondió el rubio leyendo los mensajes del chat abierto.

–No –rodó los ojos–. Solo... me cae bien. No hay ningún problema en hablar con alguien, ¿saben?

–Claro que no. Lo decimos porque –Leah sonrió–, no lo sé, has estado más feliz desde hace un tiempo. No sé de qué te habla ese anónimo tuyo, pero creo que te está haciendo bien.

Suspiró, naciendo una sonrisa inevitable en sus labios.

–Estoy perdido, ¿verdad?

–Solo un poco –rieron–. Pero hay un pequeño problema en todo esto.

Asintió.

–Tenemos que averiguar quién es –se sumó Robbie–. Debes insistirle, preguntar cosas sobre su persona. ¿Sabemos siquiera si es hombre o mujer?

–Hombre, si no sería una anónima –contestó sin pensar.

–Entonces podemos seguir. ¿Tienes alguna sospecha hasta el momento?

–Bueno... –bajó la mirada– sé de alguien que ha mandado anónimos.

–¿Quién?

–Hey, Max.

Volteó de golpe, con los ojos como platos, sobresaltando al dueño de la voz.

–Wow, ¿estás bien? –preguntó con una risa nerviosa.

–Sí, sí. Eh... –vaciló.

–¿Cómo va todo, Dess? –ambos chicos se dieron la mano.

–Como siempre. ¿Qué tal tú, Robb?

–Bien.

–Hola, Dess.

–Gusto en verte, Leah. ¿Pasa algo? –preguntó al de ojos inquietos.

–Nada.

–Okay –rio–. Oye, me preguntaba si te gustaría ir a dar una vuelta después de clases. No tengo nada que hacer y pensé en acompañarte como el otro día.

Hola, JirafaOnde histórias criam vida. Descubra agora