»Día 74/parte 1«

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Sábado, 7:45 pm.
Escuela, cancha.

Las graderías estaban repletas de personas conmocionadas. La escuela era casa del campeonato comunal durante una noche y la aprovecharían al máximo. Los estudiantes vestían ropa color verde, alentando a sus jugadores. El equipo rival se encontraba en los asientos frente a ellos, rojo a más no poder. 

La banda escolar tocaba el himno del establecimiento, como en toda ocasión formal, pero era silenciado casi por completo por los gritos ensordecedores de los presentes. 

–¿Nadie les enseñó a respetar? Es un momento importante, Dios –se quejaba la señora Brunce mirando al cielo con la mano derecha sobre su corazón.

–Es un partido, mamá, a nadie le importa nada más que eso–respondió su hija, abrazada a su novio.

–Pues deberían. Por cierto, Leah, ¿dónde está Max? Su café se enfriará si tarda más.

–Seguramente con Dess, uno de los jugadores.

–¿Es su amigo?

–Algo así.

Mientras, tras las gradas, bajo el ruido de la gente, boca y boca se besaban como si el mundo se acabara. La respiración de Max comenzaba a acelerarse, a la vez que el más bajo intentaba acercarlo aun más cada segundo, si eso era posible.

Tenían diez minutos.

–Dess... –soltó entre suspiros.

–¿Mmh? –lamió sus labios.

–Deberías ir con tus compañeros –se sostuvo por completo en su cuerpo, no pudiendo aguantar ni un segundo más de pie.

–Y tú deberías ir a sentarte –rio–. ¿Tan mal te pones con apenas unos besos?

–Con tus besos –se colgó de su cuello.

Se mantuvieron abrazados unos momentos, sintiendo la calidez de sus cuerpos y tomando algo de aire. Max metió la cabeza entre el cuello y hombro de su novio.

–Van a ganar.

–¿Ah, sí? 

-Sí, estoy seguro. Te tienen a ti.

Sintió su risa en los oídos.

–Eres buenos con los cumplidos.

–Cuando quiero.

–¿Te irás conmigo esta noche? –se las arregló para besar su mejilla.

–Le dije a mamá que me quedaría con Leah, así que sí.

–Eres un mentiroso experto, me encanta.

–Tú me encantas a mí –murmuró.

–¿Qué?

–Nada.

–Hey...

–Te lo diré esta noche, cuando hayas ganado –se separó, dándole un corto beso y comenzando a caminar de espaldas, sin dejar de verlo.

–No dejes de verme –le guiñó un ojo, hablando fuerte.

–Tal vez lo haga –sonrió.








*








El marcador ponía 2-2. Diez minutos en el reloj. Todo podía pasar. 

Los jugadores lucían cansados, sudados, pero no había rastro de rendición en sus rostros. Corrían de lado a lado la cancha. Algunos caían, parándose al instante. Otros se lastimaban, los demás luchaban por ellos.

Max, Leah, Robbie y la señora Brunce mordían sus uñas. La pelea era difícil, ambos equipos eran muy buenos. 

Dess inició una carrera de un arco al otro, esquivando a los rivales del camino y buscando desesperadamente a un aliado con la mirada. Cuando lo encontró, fue Ryan quien se adueñó del balón, continuando la trayectoria del delantero. Casi al entrar al área, un defensa se colocó frente a él, obligándolo a frenar y buscar un escape. Ahí estaba de nuevo. Con una patada pasó la pelota por entre las piernas del rival, mandándola directamente de vuelta a Dessmond. El joven, nada más ver que estaba a solo unos metros del arco, pegó un golpe con determinación. La pelota cortó el aire. Los jugadores corrieron. El arquero saltó. Pero la pelota estaba dentro.

El público estalló en gritos. El par goleador corrió a abrazarse, con felicidad total en los rostros. El equipo se juntó para felicitarlos, levantándolos sobre sus hombros en modo de festejo. El árbitro pitó dos veces. El juego había terminado.

En cuanto se hubieron dado la mano con el equipo perdedor, todos se enfrentaron a los espectadores, gozando de su triunfo. 

Al ver que Dess lo miraba con una sonrisa, Max corrió escalones abajo en dirección a los camerinos, donde sabía que lo encontraría segundos después. Pero alguien se interpuso en su camino.

-Hola, mariquita



















N/A: capitulo sin editar. Si hay errores, no duden en hacérmelos notar. All my love.

Hola, JirafaWhere stories live. Discover now