Corazones bondadosos... ¿presentes? - P1

75.9K 9.6K 8.4K
                                    


PRINCIPIO BÁSICO PARA MANDARLO TODO A LA MIERDA 2: 

la mala fama es... uhm, ¿mala?


Las miradas recelosas son el regalo mañanero que esperaba. A veces pretendo ignorarlas, otras veces las encaro con una mueca asqueada para insinuar lo desagradable que me parecen, y otras veces, como hoy, las encaro con una sonrisa arrogante que dice «me encanta que me den tanta importancia» y ellas —porque, sorpresa, ese descuartizamiento con los ojos siempre vienen de parte de las chicas— responden girando sus cabezas y comentando entre ellas sabrá Dios qué.

—Caminar junto a ti es todo un reto —comenta Katrina de camino a la cafetería.

—¿Te sientes observada?

—Demasiado. —Oculta el cuello entre sus hombros y mira hacia los lados con aflicción—. Siento que formo parte del grupo de los populares que entran a clases y todo el pasillo se detiene a observarlos. Esos que amas y odias por partes iguales.

—Bueno, yo estoy muy segura de que ninguna mujer aquí presente me ama. No con toda la falsa fama que me han dado. Es el precio de tener buenas curvas y una cara bonita.

Le guiño un ojo a mi amiga, pero ella parece ignorar tal gesto apoyando su cabeza en mi hombro. Luego apretuja mi brazo contra ella como si necesitara sostenerse fervientemente de él.

—No estuvo bien que Jamie dijera esas cosas horribles sobre ti solo porque cortaste con él.

Ja, buen momento para recordar que mi exnovio se molestó tanto por haber terminado nuestra laaaarga relación de seis meses y se encargó de dejarle muy en claro a sus amigos de Deporte que él había terminado conmigo porque lo engañaba, prácticamente, hasta con el Papa.

—¿Sigue tratando de volver? —curiosea de pronto.

—Todo el tiempo —respondo casi asqueada—. Le dije que volvería con él cuando dejara de pajearse viendo porno. O sea, nunca. Es tan cargante.

Katrina forma un puchero y vuelve a aferrarse a mí.

Al llegar a la cafetería pedimos lo de siempre: café con un sándwich de jamón y queso. Nos sentamos en la mesa de siempre, con el periódico de siempre.

—Siento tanto no ser de ayuda con todo esto. Ha de ser horrible cuando vas sola por los pasillos.

—No me compadezcas, me encanta ser la matriarca de las perras.

—¡Ese apodo es horrible! —Me echo a reír, pero la mirada suspicaz de Katrina, esa que ya me conozco bien, me regaña silenciosamente—. ¿De qué te ríes? ¿Es que te gusta la mala fama?

¿Me está regañando? Hora de poner el rabo entre las piernas y bajar mis orejitas.

Suspiro y niego.

Lo cierto es que, por más que pretenda y haga creer que disfruto de mi mala fama, me duele un montón ser la chica a quien las mujeres llaman «perra» y no quieren ser amigas porque piensan que podría quitarles a sus novios. Tampoco me agrada ser la "chica fácil" a los ojos de los chicos, que suelen mirarme como a un trozo de carne y creen que invitándome a salir me van a tener con las piernas abiertas. Si hasta profesores se me han insinuado...

Pero, a estas alturas, ¿qué le puedo hacer? Desmentirlo es una payasada teniendo en cuenta que me pagan por mandar fotos semidesnudas y escribirles cosas sexuales a personas calenturientas.

FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora