Huir - Parte 2

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Golpes.

Suenan como martillazos contra un enorme muro. Mueven el vidrio de las ventanas y hacen que choquen con el marco. Son golpes hechos con rabia, los cuales demandan explicaciones o venganza. A mi lado, Irma se espanta y busca un sitio donde ocultarse. Yo recién me percato de que me he quedado dormida en su habitación, junto a ella. Entonces recuerdo que no estamos solas.

Salgo de la habitación para encontrarme con Felix; él está de pie frente a la puerta, quieto, con un semblante defensivo dispuesto a defenderse de quien sea que esté afuera.

—Felix... —lo llamo.

Temo que quieran echar abajo la puerta y él resulte herido.

Me enervo más cuando desde el otro lado de la puerta, con voz gruesa y chirriante, sin dejar de golpear, escucho a Vincent.

No es a Irma a quien buscan, no es su loco exnovio, es el jodido Vincent.

El miedo recorre mi cuerpo como un relámpago que deja huella. Miro a Felix una vez más, porque sé que más que estar perdida yo, lo estará él. Vincent se pasará una tremenda película si lo ve.

Avanzo y lo tomo del brazo para arrastrarlo hacia mi habitación lejos de la sala.

—Maldición, Felix, te dije que no vinieras. Vincent está allá afuera. Si te ve aquí no quiero ni pensar lo que te hará. Creerá que falté al trabajo por ti y... Tienes que ocultarte rápido.

Mi voz es baja, rasposa y jadeante. Todas mis fuerzas han sido puestas para evitar un futuro problema. Aunque claro, eso ya es un hecho.

Felix se resiste.

—¿Qué haces? —le cuestiono— Ven a esconderte. Allá afuera no está un psicótico cualquiera, es Vincent.

—Con mayor razón tengo quedarme.

Se libera de mi agarre.

Intento ser razonable y no demostrar que casi me hago encima cuando escuché la voz de Vincent.

—Él no es un problema para mí.

Una mentira que haría reír hasta el hombre más serio del mundo. Ese bastardo es el causante de mis problemas, y lo peor es que solo hace unas horas se lo he contado a Felix. Si quiero convencerlo entonces tengo que ser dura.

—Lo es para ti, por eso debes dejarme sola, pretender que eres invisible y no salir hasta que yo te lo pida. ¿Es muy difícil de entender?

—Lo es —contrapone—. El que quieras quedarte a solas con él sí es un problema.

—No es un problema. Y de ser así ¿qué? Es mío. Mi problema. No vale la pena que tú te involucres.

Lo tomo del brazo una vez más, pero se aparta. Una contienda de miradas parece darse perfecta para decidir quién desistirá en su posición.

Más golpes.

—¡ÁBREME LA PUERTA AHORA!

A Vincent le encanta usar la palabra «ahora» para marcar su autoridad. Cuando pronuncia dicha palabra, todos le hacen caso de inmediato, no importa que tan ocupado se esté.

—¡Ya voy! —grito inclinando mi puerta hacia la entrada, pasando de la figura imponente de Felix. Hago un intento más y me enfrento a él para terminar de una buena vez con esta estúpida discusión.

—¿Puedes esconderte, por favor? —Señalo mi habitación—. Voy a estar bien.

Durante unos segundos, en los que Vincent sigue golpeando, Felix opta por obedecerme y entra a mi cuarto. Le indico que se oculte dentro de mi armario. Él es mucho más alto que mi closet, por lo que debe hacerse un espacio y sentarse. Si fuera otro momento, seguro me habría reído de él.

FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora