Capítulo 10

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❝Tempus Fugit❞
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     El ruido de la pluma pasar por un pergamino y el sonido de las hojas de un libro deslizarse por debajo de los dedos era lo único que podía oírse en la habitación. Lyra Dursley se encontraba en la habitación de Harry, sentada sobre su cama, leyendo por décima vez en el día su libro de hechizos. A su lado, su primo hacía una redacción de Historia de la Magia. Ambos en silencio, concentrados en lo que hacían, como hacían desde el término de las clases. Aunque, de vez en cuando, los pensamientos de Lyra se desviaban hacia otro lugar: Pensaba en el cumpleaños de Harry.

El tiempo se les había ido volando. Sólo podían hacer sus deberes en la noche porque a los Dursley no les agradaba la magia. Lyra tenía ciertos privilegios por parte de su madre, que le permitía leer sus libros siempre y cuando no la viera con varita y pluma en mano, pero eso no evitaba que la pelirroja se anduviera con cuidado ante la posible presencia de Dudley o de su padre, porque sabía que ambos —su padre, sobre todo— aborrecían su magia, y la evitaban a toda costa, como a un bicho raro. Lyra sabía que su padre era capaz de quemar sus libros si la veía con uno de ellos.

De pronto Lyra bostezó. Harry paró para mirarla. Los ronquidos de Dudley llegaban a oírse en la habitación. ¿A caso dormía con la puerta abierta?

—Deberíamos irnos a dormir —apuntó Harry, que estaba cansado también. Lyra asintió con la cabeza, mientras volvía a bostezar. Se cubrió la boca con su mano.

Harry tapó el tintero y apagó la linterna. Guardó sus cosas en una funda de almohada que tenía bajo la cama, para luego ocultarlas bajo una tabla suelta. Lyra, entretanto, puso sus tres libros en una pila y los levantó, para luego desviar su vista hacia el despertador en la mesilla de noche. El corazón se le aceleró. Era la una de la madrugada del 31 de julio. El cumpleaños de Harry.

Con cuidado, salió de la habitación y caminó de puntillas hacia la suya, que estaba al final del pasillo. Dejó sus libros en su estantería, ocultos entre sus libros muggles, y sacó una bolsa de papel que guardaba bajo su cama. Luego, regresó a la habitación de Harry, para encontrarlo mirando por la ventana, quizás esperando a su lechuza, Hedwig.

Lyra se acercó y lo sorprendió abrazándolo por la espalda, rodeando sus hombros.

—¡Feliz cumpleaños, Harry! —susurró con emoción, como si estuviera gritando en voz baja.

Harry rio levemente y tomó la bolsa, para luego voltearse y corresponder el abrazo de su prima.

Había sido un verano difícil. Con los deberes, las sesiones de estudios a escondidas y el poco tiempo que tenían para hacerlo los mantenía ocupados siempre, sin contar el hecho de que los Dursley aún mantenían a Harry como su sirviente.

Sin embargo, siempre que tenían tiempo para salir y comer un helado, lo hacían. Lyra ahorraba el dinero que le daban sus padres para dos cosas: La primera era para darse sus caprichos la próxima vez que fuese al Callejón Diagon, y la segunda era para poder pasar algo de tiempo con su primo fuera de casa, cuando su padre trabajaba, Dudley estaba con sus amigos y su madre se iba a tomar el té con alguna vecina.

Se quedaron abrazados durante un tiempo, hasta que Lyra decidió que ya era suficiente melosidad por el día. Se separaron, y se sentaron en la cama. Harry abrió la bolsa con cuidado, para no hacer tanto ruido, y sonrió con emoción al ver el álbum de fotos que Lyra había dejado ahí. Lo sacó y lo abrió, aguantado la risa al ver la primera foto.

—Recorté alguna fotos de revistas y les puse nuestras caras encima —dijo Lyra, aguantando sus ganas de carcajearse mientras Harry seguía pasando las páginas, con una sonrisa—, pero también encontré fotos viejas que mamá tenía guardadas, donde aparecemos los dos juntos. Ah, como esa.

Lyra señaló una fotografía. En esta, ambos eran pequeños. Debían de tener dos y un año respectivamente. Lyra, sentada en el suelo, lloraba porque Dudley —que estaba tras ellos riéndose— le había tirado fideos con salsa en la cabeza; mientras que Harry, parado a su lado, le limpiaba el cabello con sus manos. Ninguno de los dos tenía idea de porqué Petunia Dursley les había tomado esa foto, con lo mucho que odiaba a Harry, pero las imágenes se les hacían enternecedoras.

Harry cerró el álbum al terminar. Lyra se dio cuenta de que lloraba. Decidió abrazarlo una última vez. Y lo hizo hasta que cuatro lechuzas entraron en la habitación, dos de ellas sosteniendo a una que parecía inconsiente. Ambos primos se sorprendieron, pero pronto se tranquilizaron al reconocer a los animales.

Némesis, la lechuza negra de Lyra, voló hasta pararse en su regazo, y le mostró una carta que traía en su pico. Harry se levantó de la cama, le sacó el paquete a la lechuza inconsciente —Errol, de la familia Weasley—, y dejó al animal en la jaula de Hedwig.

Lyra tomó la carta que traía Némesis, mientras que Harry desataba el paquete que traía Hedwig.

La carta de Némesis era de parte de Fred y George. Sonrió con emoción y acarició a su lechuza, que pronto salió de la habitación junto a la tercer lechuza, rojiza, que Lyra no reconoció.

Harry le golpeó levemente el hombro, estirando su mano hacia ella, con una carta entre sus dedos. Lyra supo de inmediato que se trataba de la carta de Hogwarts. La tomó, pero decidió leer la carta de los gemelos primero.

«Lyra:

Recibimos tu carta. ¡Por supuesto que podemos enseñarte a jugar Quidditch este año! Hablamos con nuestro hermano Charlie, y él decidió regalarte su vieja escoba, que teníamos guardada en el cobertizo.

¡Estamos en Egipto! De seguro Ron se lo dijo a Harry en la carta que le envió. ¡Volveremos para comprar nuestras cosas en el Callejón Diagon! Esperamos verte allá, pequeña.

Fred y George Weasley.

Pd: Espero que este año no te petrifiquen, porque tengo muchas cosas planeadas. ¡Y dile a Harry que deje de meterse en problemas! (eso va de parte de mi madre).
Pero tú no dejes de hacerlo, que después no tendremos con quién hacer bromas. —Fred»

Lyra sonrió ampliamente. La carta también traía un par de dulces dentro, y decidió compartirlos con Harry. Ella se dio cuenta de que había un pedazo de diario sobre la cama, y decidió leerlo. Volvió a sonreír cuando vio la imagen en movimiento al final, donde la familia Weasley posaba delante de unas pirámides.

Estuvieron un rato charlando en voz baja, hasta que Lyra volvió a bostezar y Harry le dijo que lo mejor era irse a dormir. Así que se despidieron y Lyra abandonó la habitación de Harry y volvió a la suya, donde Némesis la esperaba sobre el alféizar de la ventana. La pelirroja decidió cerrarla. Y aunque al rato oyó ruidos en la habitación de Harry, decidió irse a dormir. Sabía que su primo podría arreglárselas solo, con lo que sea que estuviera peleando esa vez.

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n.a: Muak

Lyra Dursley ↪ HP [LD #1]Where stories live. Discover now