Capítulo 7

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❝La venganza como el postre de mañana❞
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     Tener que cruzar todo el Gran Salón para llegar hasta la mesa de los Gryffindor no había sido una experiencia agradable, sobre todo cuando todo el mundo se volteaba para verla. Lyra no entendía qué parte de su persona llamaba tanto la atención, pero decidió ignorar las miradas y los cuchicheos y centrarse en encontrar a su primo, lo que tampoco era muy difícil porque su grupo de amigos lo hacía destacar por sobre las demás cabezas. Un pelirrojo y una castaña con rulos incontrolables no se podían ocultar tan fácilmente en una multitud.

Cuando finalmente lo encontró, corrió hacia él para abrazarlo.

—¡Harry!

—¡Lyra! —respondió él, sorprendido, pero con una sonrisa en su rostro.

Ron y Hermione se apresuraron en hacerle espacio a Lyra para que se pudiera sentar junto a ellos.

—¿Dónde estabas anoche? No te vi en la ceremonia ni en la cena... —preguntó Lyra. Harry desvió su mirada unos segundos. Ron Weasley se aclaró la garganta. Hermione rodó los ojos— ¿Pasó algo?

—Es una historia complicada... —murmuró Harry— Mejor hablemos de otra cosa. ¿Qué tal es Slytherin?

—Un infierno, supongo —dijo Ron. Lyra se encogió de hombros. Prefirió no hablar del incidente de aquella mañana.

—Se pondrá mejor —dijo Lyra, tratando de ser positiva. Quizás las palabras de Snape serían tomadas en serio y nadie más se atrevería a volver a tenderle una broma, y quizás aquella venganza que tenía planeada no sería necesaria—. O ya veremos, supongo...



     Pero al día siguiente las cosas no fueron muy distintas a la mañana anterior. 

La primera en despertar fue Lydia, quien soltó el grito de alarma que despertó a las demás, alertando también a las chicas de las habitaciones más cercanas.

Esta vez, montones de hilos rojos pasaban por toda la habitación, y de estas pasaban pequeñas arañas negras que tejían sus telas en todos los lugares posibles. Maya, Julia y Astoria dieron más gritos desesperados que no acabaron hasta que Snape llegó a inspeccionar. Las chicas no pudieron salir hasta que el profesor sacó todos los hilos, puesto que éstos cubrían todos los caminos posibles para irse. Las arañas desaparecieron junto a los hilos, pero Lyra no podía quitarse la sensación de que ellas caminaban por su nuca.

—Esto es muy grave —dijo el profesor, dirigiéndose hacia las alumnas que miraban la escena a las afueras de la habitación de chicas de primer año—. Si descubro a quien haya hecho esto será sancionado como es debido.

Nadie sabía a qué se refería Severus con ese «como es debido»; pero basándose en su tono de voz parecía ser algo muy severo.

Muy bien, adiós a los juegos de palabras.

—Qué bueno que no me dan miedo las arañas —suspiró Lyra cuando finalmente pudieron ponerse el uniforme. —Aunque mi pica el cuello. Creo que me mordieron.

Frente a ella Astoria le dio la razón; sin embargo Lydia estaba muy alterada.

—¡Odio a las malditas arañas!

Cuando salieron a la sala común, Lyra se dio cuenta de que Malfoy y su séquito reían sin parar. Entonces sus miradas se cruzaron, y Rubia sonrió maléficamente.

Lyra apretó sus puños. Ya no había dudas: Draco era el culpable.







—Entonces... ¿Qué vas a hacer?

Lyra Dursley ↪ HP [LD #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora