Capítulo 20

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❝Viejos Cuentos❞

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          Lyra calculaba que debían de ser las tres de la madrugada cuando se despertó súbitamente a causa de una pesadilla. No recordaba exactamente qué había visto, pero apartó unos mechones de su rostro y se limpió unas cuantas lagrimitas antes de levantarse. Era el día después del partido entre Gryffindor y Hufflepuff.

Normalmente, el primer partido del año debía de ser entre Gryffindor y Slytherin, pero con la «lesión» de Malfoy, Flint había pedido un cambio. Eso, y que aquella tormenta que se avecinaba no le sería favorable a nadie. A Lyra no le hubiese gustado jugar su primer partido de Quidditch en una tormenta, así que se compadeció por ambos equipos. Sobre todo a su primo, que había caído desde 3000 metros de altura y su escoba había sido abrazada por el amable Sauce Boxeador, quien la destruyó en mil pedazos (exageración, podría no concordar con la realidad).

En silencio, caminó hacia el reloj de mesa que Lydia mantenía al lado de su cama. En realidad, eran las cinco con cuarenta. Dormir bajo un lago tenía sus complicaciones.

Pensó que ya era demasiado tarde como para volver a recostarse, así que —como era fin de semana— decidió que lo mejor era vestirse, y salir a dar una caminata por el castillo mientras esperaba a que el desayuno estuviera listo. O tal vez podría desayunar junto a los elfos de la cocina para tener el resto del día para ella misma. Snape le había dejado mucha tarea, y Lyra quería estudiar un poco los hechizos avanzados del libro de Lupin antes de comenzar con las clases privadas.

Había mucho que hacer y poco tiempo para todo. ¿Cómo era que los magos no habían inventado aún una máquina del tiempo?

Un airecito helado pasó tras su nuca, lo cual era extraño porque en la sala común no habían ventanas que puedan abrirse (si lo hicieran, Lyra ya habría inundado todo cuando por las mañanas se despertaba pensando que estaba en casa, y trataba de abrir las ventanas porque tenía calor). Sin embargo, no se preocupó mucho y procedió a cambiarse el pijama, tratando de no hacer mucho ruido.

Tras terminar de ponerse las botas, un sonido suave la desconcertó. Parecía que los productos de limpieza de Samantha se habían caído, pero con lo desordenada que estaba la habitación no podía estar segura. Aún así salió de la habitación, algo dudosa, tratando de convencerse a sí misma de que, tal vez, el gato de Maya había vuelto a esconderse bajo las camas, tirando al suelo los productos de belleza de las chicas.

Se dio cuenta de que la sala común estaba vacía a penas terminó de bajar las escaleras. Claro, era domingo, ¿quién, en su sano juicio, se levantaría a las seis de la mañana un día domingo? Esa era una de las cosas que los ancianos hacían. Y todo para quedarse dormidos a las tres de la tarde. A Lyra le daba la sensación de que ya se estaba volviendo vieja, ¡y a penas tenía doce años! ¿Cómo podría...?

Otro ruido. Esta vez, las decoraciones colgantes de una lámpara de piso verde —que estaba a al menos dos sofás de distancia de la pelirroja— se movían. Chocaban entre sí como si alguien las hubiera golpeado a propósito, como un péndulo. Sin embargo, Lyra no estaba asustada (o eso pretendía). En sus apenas meses en Hogwarts ya había visto lo suficiente como para no alterarse por pequeñeces como esas. Las cosas se caían por inercia. Las personas producían brisa al caminar. Y el colegio estaba plagado de fantasmas que podían haber provocado los movimientos. Incluso podría ser Peeves quien trataba de hacerle una broma pesada, como venganza —tal vez— por aquella bromilla que había terminado por teñir el poltergeist de rosa.

Lyra Dursley ↪ HP [LD #1]Where stories live. Discover now