35. La alpaca, la loca y el ropero

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NICK:

Dos semanas con la casa sola fueron suficientes para que Olivia convirtiera la sala en una perturbadora réplica de una boda reducida a fotografías pegadas por todas partes. Los primeros días me entretenía comentando con Timoteo lo ridículamente caro que era todo cuando iba a alimentarlo a medio día. Después me preocupé porque empezaba a hablar con la alpaca como si nada. Para cuando iba en las tardes, una hora y media antes de que Olivia saliera del trabajo, no sólo le servía su alimento a Timoteo, sino que me quedaba a preparar algo para Olivia y luego cenábamos juntos. A veces también iba Bob para seguir con la planeación de la boda. Ya habían asignado la fecha: 14 de Diciembre. Luego se irían 10 días a Hawaii y volverían para pasar los días festivos con la familia de Bob, puesto que Olivia no tenía parientes aquí además de Peige, quien volvería a su casa para las fiestas.

Dos semanas también bastaron para que Zack terminara de arruinar el vestido de Peige y lo convirtiera en un híbrido de seda y trozos de otras camisetas con diferentes texturas y tonos de rojo. El triste vestido ya no tenía remedio, pero Zack se negaba a rendirse y todas las tardes le agregaba otro trocito de miseria y vergüenza.

Pero ese jueves por la noche finalmente cedió, ya con los dedos picoteados y llenos de curitas.

ㅡ¿Qué va? ㅡ dijo sacando una sartén ㅡ Como si no fuera rico y pudiera comprarle otro.

ㅡEs lo que te he venido diciendo desde la semana pasada.

ㅡEs más. Cinco le voy a comprar, y tú los vas a elegir.

ㅡOh, no, no me metas en eso.

ㅡY otros cinco para Paris, porque quiero y puedo. Y vas a venir conmigo porque eres pobre, así podremos decir que colaboraste.

ㅡVaya, gracias.

***

Tenía varios días que no veía al señor Hudson. A veces le dejaba un sandwich en un rincón del armario donde sabía que lo encontraría, pero no había logrado encontrarlo por ninguna parte. Quería por lo menos saludarlo, pero se me hacía tarde para el trabajo y tuve que irme.

Mary's me recibió con la lúgubre noticia de que la señora Bianca Scarlett había fallecido. No supe ni cómo se enteraron, pero dijeron que, como siempre, estaba sola, y sentí pena por todas las veces en que le sacamos la vuelta. Pero después Olivia llegó con un contrapeso positivo para tan triste noticia: iban a dar de alta a Peige y la iba a recoger esa tarde. A la que todavía no iban a sacar era a Paris, que aparentemente estaba muy bien. La tenían en un cuarto especial donde no sufría ninguna necesidad. Es más, incluso tenía un pequeño jacuzzi y ya le había llegado la nueva edición de la revista de Calvin Klein*, donde presumían a su más reciente modelo.

Mi turno se fue muy, muy lento por la impaciencia de ver a Peige otra vez, y cuando terminó corrí al departamento de Olivia para ayudarle a despejar un poco el área de toda su colección de fotos de bodas. Aspiré la alfombra, limpié la cocina y despejé los sillones y la mesa. Al final apilé las revistas de novias en una esquina junto a la cama de Timoteo, pero no me atreví a entrar al cuarto de las chicas para asegurarme de que todo estuviera en orden para la llegada de Peige. No sé, no me gustaría que Paris hiciera eso con mi cuarto.

Alimenté a Timoteo y preparé la cena, algo que sabía que a Peige le gustaría: chilaquiles. Busqué una receta en internet e incluso hice guacamole. Ya todo estaba listo y servido cuando una risa familiar se coló bajo la puerta antes de que Olivia la abriera con expresión perturbada. Peige la abrazaba con fuerzas por un costado y le sonreía ampliamente.

ㅡTe quiero mucho, mucho, muchoㅡ rió otra vez.

ㅡMira, mija, ahí está Nick. Ve a molestarlo.

¡Ella me acosa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora