Hayat/Vida

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10 de diciembre de 1655

Cuando las personas crecen se dan cuenta de las cosas buenas que les sucedieron y nunca lo supieron.
Algún día se escuchará un completo silencio en el palacio y todo estará ordenado. Será entonces que se darán cuenta que los niños ya crecieron y se fueron a sus provincias o con sus esposos, respectivamente.

El invierno ya había caído en el imperio y por suerte el ganado no era afectado. Los pobres disponían de demasiados refugios gracias a Fatmagül, Ayşe, Atike, Turhan, Hürrem, Fatma, Mahidevran y Kösem. La prosperidad iba en aumento.

En Topkapi, todo estaba sumido en felicidad. De los aposentos de Kösem se escuchaban gritos de Alexandra quien estaba por traer al mundo a otro miembro de la dinastía otomana. Los sucesos indicaba que tendría un niño, lo cual era muy bueno ya que Mah Hatun había tenido una Sultana, Zehra Sultan. Para la mala suerte de la Hatun, ella fue enviada al viejo palacio junto a la mayoría del harem ¿Por qué? Porque el Sultan Kasim lo había ordenado a petición de Fatmagül Sultan. Hablando de niños, tenía menos de un mes que Gevherhan Şehtan había dado a luz a un lindo niño de nombre Abdurrahman, lástima que el pequeño nació con una pequeña joroba producto del incesto.

Los gritos seguían presentes cada vez más fuertes hasta que un grito más suave inundó los aposentos. Kasim estaba por entrar, sin embargo, Fatmagül volvió a gritar, indicando que serían mellizos o gemelos.

Para fortuna de Kasim, una ayudante de la partera salió.

—¿Qué fue? —le preguntó en cuanto la vio.

—Un lindo şehzade —respondió con una sonrisa.

—Kasim —susurró refiriéndose al nombre que le pondría a su hijo.

—Felicidades, hermano —le dijo su hermana Atike.

Kasim le devolvió la sonrisa, muy contento.

















Marco Tulio una vez dijo que las enemistades silenciosas y ocultas son más terribles que las abiertas y declaradas

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Marco Tulio una vez dijo que las enemistades silenciosas y ocultas son más terribles que las abiertas y declaradas. ¿Estaba en lo cierto? Tal vez.

En el palacio de Topkapi todo estaba lleno en felicidad pero, en el palacio vecino no. La esposa de Murad había sido envenenada por lo que se estaba recuperando del suceso, aún así, no contaba con su familia ya que Orhan, Abdullah y Murad la odiaban por intentar matar a Gevherhan Şehtan... o al menos pensaban eso gracias a Fidan.

—Nur Şehna —dijo Fidan con burla, sentándose en uno de los cojines que estaban a lado de la cama de dicha Şehna. —No tienes a nadie. ¿Cómo te sientes al respecto?

—Maldita... —dijo con dificultad.

—Gracias —le sonrió. —No sabes como me gusta ser llamada así.

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