Los buenos no vivían para siempre, esa era la ley de la vida...
—Hola Gevherhan —la saludó su hermano Orhan, hijo de Nur.
Ella lo miró con enojo.
—¿Qué quieres? —preguntó, molesta.
Orhan siempre intentó acercarse a su hermana, sin embargo, ella no lo permitía ya que pensaba que sólo buscaba ganarse su confianza para luego lastimarla. Total, era hijo de su enemiga.
—Siempre te he querido, Gevh.
—Ve al punto que no tengo tu tiempo.
—¿Qué quieres que haga para demostrarme mi cariño?
—Deja de ser hijo de Nur.
—Eso no puedo pero, sí puedo decirte los planes de mi madre.
—¿De qué hablas?
—Escuché como mi mamá y hermana hablaban sobre algo malo que te hicieron.
—Te escucho.
—Cihan Bey está contigo por plan de mi mamá.
—¿Qué? —preguntó desconcertada y a la vez dolida.
—Ella le dijo que tu madre y Fülane eran amigas po...
—¿Fülane?
—La culpable de la rebelión en donde tu mamá murió.
Gevherhan tragó saliva. No le gustaba hablar de ese día. Odia el sólo recordar.
—Prosigue.
—Cihan está contigo porque quiere vengarse por la muerte de Hafsa Sultan. Quiere casarse contigo para después hacerte la vida imposible.
—No puede ser posible —susurró con lágrimas en los ojos. Su amor era mentira. Pensó.
La Şehtan creía sentirse querida por alguien y la destrozaba el enterarse que todo era falsedad. Su corazón le dolía y el aire le faltaba.
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—¡Atención...! —gritó Bülbül haciendo reverencia —¡Abran paso a Haseki Fatmagül Sultan! —gritó a todo pulmón
Todos de inmediato hicieron dos filas para después hacer reverencia. Fatmagül al fin tenía respeto de verdad. Sabían que ella –después de la Valide– era la mujer más poderosa del imperio otomano.
