No importaba cuánto educaras a un hijo, no siempre la actitud dependía del padre. El hijo puede tener al padre más estricto y ser rebelde o tener al padre que más demuestra su amor hacia él y éste ser un ser frío. No todo es culpa de los padres. Tal vez lo malo se hereda de otra forma. No sólo se heredan los bienes, también se heredan los males.
El şehzade Murad entró a los aposentos de su abuela una vez que ella concedió su permiso. Él quería a su abuela, no tanto como el poder pero la quería.
—Murad, es grato verte —le dijo Kösem a su nieto.
—Lo mismo digo, Sultana.
—¿Qué te trae a mis aposentos?
—Quería ver tu hermoso rostro.
Kösem le sonrió.
—¿Cómo está el pequeño Burak? —preguntó por su bisnieto.
—Está con su mamá —respondió. —Burak no soporta estar con otra mujer que no sea Saliha.
—Pobre Saliha. Merece un descanso.
—Saliha está conforme con eso. No hay cosa que más le agrade que estar con sus hijos.
—Hablando de hijos ¿Cómo está Gevherhan? Me enteré que hace poco tenía fiebre.
—No es nada grave. La médica dijo que estaría bien.
—Allah mediante sanará.
—Amén.
—¿Qué lees?
—Una carta del rey de España —respondió volviendo su vista al papel.
La carta sólo hablaba de saludos de parte del gobernante a la Sultana. Nada tan importante para ella.
Unos golpes en la puerta se hicieron escuchar. Kösem dio la orden para que entraran. Al abrirse las puertas entró Sila Hatun.
—¿Qué pasó, Sila?—le preguntó a su segunda mano derecha femenina, dejando de lado su carta.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
—Ocurrió algo grave.
—Habla, mujer.
—El Şehmmin Osman y Mahpare Şehtan salieron del palacio junto con Ayşe Şehna y sufrieron una terrible desgracia.
—Me pones los pelos de punta, habla.
—El Şehmmin fue apuñalado y la Şehtan casi fue violada. De no ser por Ayşe Şehna quien mató al bastardo, Mahpare Şehtan hubiera sufrido.
—¿A quién mató?
—Hadın Rüstem Paşa.
Murad sonrió por dentro. Casi mataba a dos pájaros de un solo tiro.
