¿Qué es la astucia? Es la habilidad para poder engañar por beneficio propio, sin embargo, para muchos en Topkapı la astucia era su mejor amiga.
Ya se ha mencionado mucho que las eras cambian y como anteriormente el poder fue de Kösem, luego pasaría a ser de Dilaşub y posteriormente sería otra la que obtendría todo eso. A pesar de todo, sólo se escuchaban fuertemente los nombres de unos pocos príncipes que podían aspirar al título de Sultan por lo que sus consortes también aspiraban al título de Sultana.
Una de las postuladas para dicho titulo era Rukiye. Su cabello rubio y sus ojos azules encantaban al şehzade Burak y su sonrisa lo hipnotizaba.
Turhan era otra, aunque no tenía el amor de Cihangir, ella tenía poder, mucho poder. Todo gracias a que era sobrina del anterior visir y prima del visir actual y éste último era amigo de Dilaşub. Antes era conocido como Murad Bey y aliado de Ayşe Sultan, al igual que su otro tío y padre de Turhan de nombre Yahya, amado de Kösem. Turhan era un escorpión de temer.
La última era Şahihuban que tenía buenos aliados como dos paşa y varios eunucos del palacio, sin embargo, no todo era fácil para ella ya que Rabia Hatun estaba por obtener el amor del şehzade Ibrahim provocando que sus planes fueran frustrados. De no ser porque era protegida de Kösem; ella ya estuviera muerta.
Varias tuvieron que dar lo mejor de sí para estar donde estaban. Era dolor, lágrimas y triunfo o dolor, lágrimas y muerte.
Topkapı es el infierno y esas Şehna's eran pobres almas que entraron sin poder salir.
Rabia Hatun caminaba por el tercer patio con tranquilidad. Le encantaba pasear alrededor de la naturaleza ya que la hacía recordar su anterior vida.
—Şehna —saludó Rabia, haciendo reverencia en cuanto vio a su enemiga.
—Hatun —dijo Şahihuban con disgusto. —¿Qué haces aquí?
—¿No puedo estar en el patio?
—No mientras yo esté.
Rabia sonrió.
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—Soy favorita, puedo ir a donde quiera.
—No lo eres. ¡Está prohibido!
—Kösem Sultan prohibió a los şehzade's tener más de dos consortes y sé contar e Ibrahim sólo tiene una. No rompería ninguna regla.
—¡Silencio! Me irrita verte.
—¿Por qué? —preguntó con malicia. —¿Por qué tengo el amor de Ibrahim?
