Capítulo 39 (2a Parte)

996 141 11
                                    

No. No puede estar sucediéndome esto otra vez.

Maldigo un millón de veces y después ruego que todo haya sido una alucinación a causa de mi falta de buen sueño. Todo se ve borroso, y poco a poco mi vista comienza a mejorar, pero lo primero que veo es solo la confirmación de que he sido una estúpida.

Aquel dolor ardiente en mi pecho aún me quitaba el aliento e impedía que pudiera respirar normalmente, pero no era a causa de alguna droga o veneno que él haya podido incorporar en mi cuerpo. Este ardor que me quema, este dolor que me impide controlar mis movimientos se debe a la impotencia y al odio que me provoca pensar que una vez más estoy en sus manos.

¿Como pude haber sido tan estúpida? Realmente creí que Edmund... ¿Qué habrá hecho este maldito enfermo para lograr engañarme de tal manera?

Me siento realmente estúpida y decepcionada de mí misma. ¿Qué he hecho?

- Sin importar cuántas veces te hagan pedazos y acabes en el suelo ante mí, jamás dejaré de pensar que eres increíblemente preciosa. - Oí su voz cerca de mí. Y, a pesar del dolor y el mareo que siento ahora mismo, mi odio es aún mayor.

Elevé la mirada sin dudar ni un segundo, y el muy maldito se encontraba justo frente a mí, observándome como si fuera... un objeto, un trofeo merecido.

- Sabía que caerías en mi trampa, pero aún así me sorprende lo estúpida que has sido. ¿Realmente creíste que Hudson había ido a buscarte? - Se burló de mí descaradamente, y siento hervir mi sangre que recorre todo mi cuerpo dentro de mi venas. Siento comezón en mis manos y un palpitar en mi garganta, acompañado por un gusto amargo y ácido a la vez.

Me da asco tenerlo frente a mí.

- Ríe mientras puedas, porque será la última vez. - Por un impulso terriblemente salvaje me puse de pie al instante para lanzarme sobre él. Deseaba hacerlo pedazos con mis propias manos, pero me golpeé contra un elemento verdaderamente duro y transparente que me contiene.

Caí nuevamente al suelo debido al impacto, y después de sacudir mi cabeza me di cuenta de que estaba encerrada en una especie de cilindro gigante de vidrio blindado.

- Querida, yo no soy tan estúpido como tú o tus amigos. Sé que por el momento no estás muy feliz conmigo por haberte hecho tantas cosas, pero con el tiempo lo superarás. - Se acercó un poco más a mí e inmediatamente me puse de pie ante él. Estábamos apenas a unos centímetros de distancia, y si no fuera por el grueso vidrio que nos separa él ya habría sido un cadáver.

- ¡Bien sabes tú que nada puede contenerme! - Exclamé dando un fuerte puñetazo a aquel vidrio, pero fue un error ya que debido al impacto este rebotó y volví a caer hacia atrás.

De momento me siento terriblemente débil... Oh, Dios.

- Ahorra energías, cariño. Mientras más te esfuerces por salir de aquí, más te debilitas. Guarda esas energías para cuando debas llorar la muerte de todos tus estúpidos amigos. - Escupió sus palabras sobre mí, y me dio la espalda para retirarse.- Agradece que aún soy bastante generoso contigo. Permití que te encerraran junto con tus amigos para que puedas intercambiar unas cuantas palabras antes de que mueran...

Desapareció en un abrir y cerrar de ojos de aquella blanca habitación extraña. ¿A qué se refiere con "que me encerraran junto con mis amigos"? En esta extraña habitación Blanca no hay nada ni nadie más que yo... Un momento.

Desde el suelo se abrieron unos cinco orificios de los cuales salieron otros cilindros de vidrio más, y al ver quienes se encontraban en su interior mi corazón dio un gran salto de alegría.

- ¡Coraline! - Exclamó Pecky al verme, y se puso de pie casi tan rápidamente como Austin quien se encontraba encerrado en otro cilindro junto a ella.

- Pecky, Austin... ¡Damien! - Exclamé aún más alegre de ver al padre de mi novio con vida. Su estado era deplorable, pero por lo menos aún se veía capaz de obsequiar nos a todos su amable sonrisa consoladora.

- ¡No sabes cuanto nos alegra volver a verte! - Exclamó Pecky con una gran sonrisa llena de entusiasmo y esperanza, pero lastimosamente no duró demasiado.- Lastima que sea de esta forma...

- ¿Qué les sucedió? ¿A quiénes pertenecen los otros tubos vacíos? - observé a los dos cilindros que se encontraban a mi derecha, y ellos hicieron una mueca de dolor.

- Evan y Greg. - Respondió Austin con voz ronca y completamente ajena a él. Evidentemente este lugar ha logrado consumir por completo su buen humor y personalidad tan despreocupada. Parecía verdaderamente amargado, débil, pálido, y sin una pizca de fe.

- Zack los obliga a predecir cualquier cosa que pudiera serle útil de alguna forma. Casi nunca los vemos, porque los traen de vuelta mientras estamos dormidos y se los vuelven a llevar unas pocas horas después; pero la última vez que los vimos, no tenían muy buen aspecto. Estoy bastante segura de que se niegan a hablar, y han de soportar cosas horribles. - Gimió Pecky con voz quebrada. Parecía estar a punto de llorar.

- Nosotros no somos del todo útiles para él. No sabemos por qué nos tienen encerrados aquí aún, por lo que pensamos que en poco tiempo se deshará de nosotros. - Agregó Austin débilmente, y yo me puse de pie intentando buscar algún detalle o cualquier cosa que pudiera darme una idea para escapar de aquí.

- ¡Debe haber una maldita forma de salir de aquí! - Volví a golpear aquel vidrio con fuerza una y otra vez, pero con cada golpe sentía que mi corazón latía más fuerte y mis energías se agotaban violentamente, hasta llegar al punto de no poder ni siquiera mantenerme en pie.

- La cámara absorbe nuestros poderes y energía. - Explicó Damien, finalmente hablando por primera vez.- Y aún si lográramos salir de este tuvo de vidrio, no existe salida. La habitación fue creada para que solamente alguien con la capacidad de tele trasportarse pueda salir de aquí.

- No pienso... perder la esperanza. - Gemí agotada, como si tan solo la propia acción de respirar me exigiera un enorme esfuerzo.- Yo soy la energía, y la energía jamás se destruye.

- No se destruye, pero necesita ser renovada. - Concluyó Damien, y eso fue lo que más me afectó. Ni siquiera la situación podría haberme desanimado tanto como sus palabras. ¿Cómo puede decir algo así? ¿Él también ha perdido la fe?

- Damien. - Gemí.- Señor...

Pero él me negó la mirada. Tanto Pecky como Austin también me miraron tristemente decepcionados de él, y casi como un acto involuntario un par de cálidas y tristes lágrimas se resbalaron por mis mejillas. Es como si hubiese entrado en una pesadilla eterna, de la que jamás podré salir.

¿Como puede ser esto posible?

- ¿Qué será... de los otros? Los demás... están planeando... atacar. Nos necesitan. - Me esforcé por no parecer agitada ante ellos. Me esforcé por recuperar mi postura inquebrantable, a pesar de que me estoy desmoronando y cayendo en pedazos porque me niego a aceptar cualquier derrota.

Ninguno de los tres me respondió, por lo que yo volví a insistir una y otra vez. Exigí una respuesta, pero ninguno de ellos me respondió. Quizás porque en realidad no sepan qué es lo que se trae Zack entre manos, o simplemente sea una señal de respeto ante la posible muerte nuestros amigos e iguales.

¿Qué haré? ¿Cómo voy a salir de esta? No quiero perder la fe. Mi orgullo me impide aceptar cualquier idea que me de a entender que Zack ha ganado, porque la guerra aún no ha concluido. Hasta que yo no haya muerto, esto no habrá concluido; y estoy más que segura de que lo único que ese imbécil no es capaz de hacer, es quitarme la vida.

Quizás... podría aprovecharme de esa debilidad.

Offenbarung 3Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum