"Peli y palomitas"

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La cara de Chris al ver a William era lo que más feliz me hacía. Los ojos brillantes, la sonrisa de oreja a oreja y el cálido abrazo que se dieron era lo mejor que podía desear para él. Estaba tan centrado en él que ni siquiera escuché la conversación entre Jonas y Martina.

No sabía como le había conseguido, no sabia como narices le había llegado a gustar alguien como yo. Pero lo que sabia era que estaba seguro de lo nuestro, chillar a los cuatro vientos que él era la persona con la que quería estar. O eso creía yo.

Pensándolo bien, él era el único que me hacia olvidar a Even, el único que me protegía de los malos y horrorosos pensamientos que me pasaban por la cabeza cada vez que algo me recordaba a mi exnovio. El único que había estado para mi todo el tiempo -sin olvidar a Jonas- y que se había preocupado en que yo estuviera bien, porque eso era lo único que queríamos el uno para el otro, que ambos estuviéramos bien.

Por un lado la seguridad que tenía con Chris me llenaba completamente pero en mi corazón, en una parte de él, en una pequeña parte de mi ser siempre estaría Even.

Quizás, quizás debería haberme pensado las cosas con Chris, llevábamos menos de una semana y ya las cosas estaban complicándose en mi cabeza. El ver a Even dia si y dia también -aunque solo fueran dos segundos- era lo que me hacia dudar, supongo que el dejar de verle por un tiempo -viajando a Oslo por el cumpleaños de Magnus- me ayudaría a aclarar mis ideas.

Ahora solo podía centrarme en el hecho de que había dejado a aquellos tres energúmenos en casa. Estaba tranquilo ya que el hecho de que William hubiera aparecido por aquí llenó la casa de una alegría impresionante, y eso me gustaba mucho. Chris estaba mucho más alegre que de costumbre -supongo que ver a uno de tus mejores amigos después de mucho tiempo debe causar ese efecto en uno, digo yo- y Jonas, bueno, Jonas estaba ahí, estresado por la boda. No lo admitiría nunca pero las ganas que tenía de que mi amigo estuviera con la persona que le hacía feliz, me llenaba de satisfacción.

De camino al trabajo una pizca de inseguridad entró en mi cuerpo, hoy teníamos una boda con noventa invitados.

Ah, si. Se me olvidaba. ¿Recuerdas cuando dije que me presenté para el puesto de camarero?

Bien, pues resultaba que no era el puesto de camarero. La vacante consistía en controlar la sala, vigilar lo que entraba y salía de cocinas, inspeccionar que todo estuviera correctamente colocado -mesas, adornos, flores, listas, nombres de los invitados..- y lo peor de todo, tenía que aguantar allí hasta que acabara la boda para que nadie se fuera de madre.

Lo bueno del puesto -que fueron las razones por las que acepté- era que cobraba bastante bien y tenía una vestimenta decente a comparación del resto del personal. Consistía en un polo azul marino con el logo de la empresa bordado, unos tejanos de pitillo blancos acompañados de un cinturón marrón y unas converse básicas.

Lo primero que me dieron al entrar al puesto fue un pequeño pinganillo y una madera portafolios ya que tenía que estar en contacto con todas las salas (jefe de cocinas, camareros, administración y control de sala) e informarles de todo lo que iba ocurriendo, incluidos los incidentes.

Tenía otro compañero, Julian, que estaba en el mismo puesto que yo. Fue el que me enseñó como funcionaba todo aquello y los "truquillos" del oficio, la amabilidad de aquél chico me sorprendió mucho ya que cuando yo había tenido que enseñar a alguien desde cero mi poca paciencia había acabado conmigo.

Cuando entré en el local mirando el reloj de la pantalla de mi móvil vi que solo eran las doce menos cinco. Reconocí que la proposición de Jonas del día anterior a salir a cenar los cuatro juntos no fue buena idea ya que esa cena desencadenó la entrada a un bar de copas, consecuencia de mi tremendo dolor de cabeza a estas horas.

AFTER YOU by Maybehappenحيث تعيش القصص. اكتشف الآن